Sé que para muchas el termino "infancia es destino" es un lugar común. Sin embargo, no puedo dejar de repetirlo cuando converso con mujeres que han vivido el círculo de la violencia en su familia.
Ayer escuchaba a dos compañeras de trabajo, Gaby y Carmen dialogar. Son madres de familia que rondan los 40 años. Entre su conversación salió la frase respecto a los hijos: "Si porque les das mucho, estas mal; si les das poco también, la verdad yo no sé qué es mejor para mis hijos, sólo intento educar a mi hijo Carlos de manera diferente que a los dos mayores"
Esa frase fue el detonador para que Gaby nos platicara como su infancia transcurrió con un padre que las abandonó; un padrastro que no toleraba a ella y a sus tres hermanos; una madre que trabajaba de 9 a 20 horas y una abuela estricta que la maltrataba con el Jesús en la boca, en aras del bien para su mejor desarrollo.
Dice el Doctor Montiel, Psiquiatra humanista y psiconalista de niños y adolescentes, que al nacer tenemos dos necesidades básicas:amor y alimentación. La privación de ambas genera grades estragos en la personalidad. Si a esta situación agregamos violencia la personalidad se vuelve altamente neurótica y lo más probable es que cuando decida involucrarse en una relación de pareja desarrolle patrones de conducta aprendidos en su infancia que le hagan desarrollar el ciclo de la violencia.
Cierto no sólo porque él sea un estudioso de la psique humana, sino porque cada vez que me encuentro con mujeres como Gaby veo como la falta de un amor maternal y paternal la llevaron a juntarse con el padre de sus 3 hijos, un macho con problemas de alcoholismo que la golpeaba de tres a cuatro veces por semana.
Ella se dejó maltratar por su madre y esposo por más de 25 años. La violencia dobló su personalidad hasta hacerla sentir merecedora de nada.
Justo cuando su hijo Carlos, el más pequeño, tenía 13 años su madre la llevó a que le hicieran una limpia. Gaby nos cuenta que esa limpia detono la separación de su marido. Cada vez que su marido regresaba borracho a quererla golpear ella comenzaba a defenderse tanto de forma verbal, como físicamente. Entre su explicación también comentó que su mayor preocupación en aquel momento era su hijo Carlos, ya no quería que viviera más lo que habían vivido su hermana y hermano mayor, en ese momento ya independientes. Ellos siempre le han reclamado el por qué aguantar tantos años a su padre pero sobre todo y hasta la fecha, el varón le reprochan el dolor que sufrió por tener unos padres así.
Todo terminó dos años después de la limpia, justo hace tres años. Gabriela se encerró con su marido en casa pensando que ese era el fin, hasta que saliera uno vivo. Los dos terminaron muy golpeados pero el hoy ex esposo salió por la puerta de la casa y no ha vuelto a poner pie en el hogar que han seguido construyendo ella y Carlos, próximo a cumplir 18.
Nos dice Gaby que le ha costado mucho hacer su camino y forjar su nueva forma de vida. Pero los resultados son claros, bajó 40 kilos, trabaja y mantiene a su hijo, no ha vuelto a relacionarse con su ex marido y está aprendiendo a poner limites a sus hijos, madre y a la persona con la que ha comenzado a salir. No les permite maltratos. Sabe y reconoce que todavía le falta muchas habilidades por desarrollar pero se siente feliz de lo que ha logrado y ve con ánimo el reto de seguir fortaleciendo su persona.
Para mí es un claro testimonio de fortaleza, lucha y reencuentro de una mujer extraordinaria que es un ejemplo para muchas otras Gabrielas que se encuentran viviendo el círculo de violencia.
fuente http://viviolenciaenelnoviazgoadolescente.blogspot.mx/
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