Te levantas de un salto, corres a la cocina a preparar el desayuno de tus hijos, los vas a dejar, regresas a la oficina -que está en tu casa- haces llamadas, atiendes al electricista que tenía que arreglar la lámpara, te sientas, llama tu hermana y mientras conversas contestas los correos de tus clientes, tu esposo te avisa que no puede recoger a los niños en la escuela, sales corriendo por ellos (ya es hora), regresas a casa y de camino pasas a la papelería a engargolar la propuesta que entregas al cliente en la tarde. Llegando a casa calientas la comida, regañas niños, atiendes llamadas, llevas a tus pequeños a la clase de natación y corriendo llevas el documento al cliente. Regresas tarde por ellos y te están esperando con el pelo mojado y enojados, regresas a casa, preparas la cena, los acompañas a la cama, llega tu marido, conversan, no estás de ánimo romántico, te quedas dormida y sueñas con los pendientes que no acabaste en el día.....
.... y cuando tienes un instante de respiro te preguntas si la decisión de convertirte en dueña de tu tiempo y abrir tu propio negocio fue la mejor.
Tomar esta decisión es una de las más difíciles en la vida de cualquier persona, hombre o mujer. Recibir una quincena con certeza es una de las situaciones más tranquilizadoras que puedan existir, pero en algún momento por diversas circunstancias (despido, cambio de ciclo en la vida, ganas, voluntad de cambiar, fastidio laboral) decides ser tu propia jefa y lanzarte por tu cuenta. ¡Suena extraordinariamente bien y de hecho, puede ser una de las mejores decisiones de tu vida!
Ya que diste el paso y te aventuraste por este camino, te das cuenta de que el tiempo resulta más corto de lo que era antes y que no estás haciendo todo lo que te habías planteado. Entre tu plan de negocios y la realidad que vives hay una gran brecha.
Aquí van 10 tips para que puedas cumplir el objetivo de ser dueña de tu tiempo y administrarlo, aunque tu oficina esté en casa:
1. Respeta el espacio de trabajo. El lugar de trabajo es justamente eso, el lugar en el que desarrollas tu trabajo y en donde tienes que cumplir las actividades propias del mismo. No es el espacio de juego de los niños ni tu área de hobbies.
2. Delimita tus rutinas laborales. Uno de los mayores retos de trabajar por cuenta propia es cumplir los horarios de trabajo. Justamente dejamos a un jefe atrás para ser dueños de nuestro propio tieimpo y sin tener a alguien atrás que nos fiscalice. El asunto es que si no estableces rutinas laborales los intereses de los demás (la amiga que te llama por teléfono a media mañana...todos los días) estarán por encima de los tuyos y no lograrás cumplir tus objetivos.
3. Delega lo que puedas. En la medida en que puedas delegar y establecer funciones y tareas para quienes viven en casa podrás dedicar más tiempo a tu trabajo y a conseguir las metas laborales y financieras que estás buscando. Si además de incluir en tu jornada laboral las labores de oficina incluyes las domésticas.... claramente las de la casa ganarán.
4. Organiza rutinas en casa. Si, al igual que organizas rutinas para tu trabajo necesitas establecer rutinas en casa que te permitan organizar el tiempo y cumplir con tus objetivos en casa. Tal vez el lunes toca lavar ropa, el martes sacudir los libreros, el miércoles hacer otra cosa. En la media que tengas estas certezas no estarás con la mente ocupada pensando en lo que falta hacer en casa y podrás estar en mente y cuerpo en tu trabajo.
5. Establece límites. Es muy común encontrar vecin@s, amig@s y familiares que piensan que porque trabajas en casa "no estás haciendo nada", y por ello, se sienten en la libertad de llamarte cuando quieren o, peor aún, pasar casualmente a tomar un café. ¿Pasarían a tomar un café si estuvieras en una oficina "formal" simplemente porque se les ocurrió el jueves a media mañana? Seguramente no. Si ahora lo hacen es porque tú no has dejado suficientemente claro que estás trabajando y que por el momento tu oficina está en la casa. ¿Lo tienes tú claro?
6. Arréglate como si fueras a salir a la calle y pudieras encontrarte con un cliente inesperadamente. Trabajar en pijama envía un doble mensaje: que el trabajo no es lo suficientemente importante y por ello no nos arreglamos para él y que como no le damos el valor que tiene, los demás tampoco tienen porque dárselo. Claro que puede resultar cómodo, pero si fueras a una oficina tendrías que arreglarte para el caso. Se puede estar cómodo pero listo para cualquier eventualidad que pueda surgir en el trabajo. Esto lo mantiene a uno en esa actitud y también envía un mensaje a quienes nos rodean: estamos trabajando y lo tomamos en serio.
Si tienes claros tus horarios de trabajo, los objetivos que tienes que cumplir diariamente y la voluntad para cumplir tus rutinas tanto en casa como en la oficina-casa, pronto te darás cuenta de que las cosas marchan por buen camino. El reto no es fácil y siempre le parece cómodo a las personas con quienes vive uno pedir favores o platicar pues te tienen a la mano. De ti depende que las cosas marchen y que el tiempo te rinda de la mejor manera.
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