El ruido de la botella cayendo al suelo la sacó del letargo, el monstruo dormía, y ella no podía desaprovechar el momento. Caminó de puntas para que no sonaran sus tacones alejándose lentamente de la cama en la que estaba desparramado, una pierna le colgaba hasta el piso, la cara de medio lado, el pelo desordenado, la camisa abierta dejaba al descubierto su pecho bronceado, bien definido, hermoso, se tocó el pómulo y con el dolor regresó el recuerdo de los golpes, eso le borró de la cabeza…
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