Hay meses que nos confrontan con lo esencial. Octubre es uno de ellos. El llamado “mes de la lucha contra el cáncer” no es un recordatorio frío de estadísticas, ni un calendario que nos dicta qué campañas iluminarán de rosa las ciudades. Es, o debería ser, un acto de conciencia, de memoria y de compromiso.

Porque el cáncer no es una cifra, es una historia. Es el rostro de una amiga que faltó en la reunión, es el silencio de una madre que se ausentó demasiado pronto, es la cicatriz en el cuerpo de una mujer que decidió volver a empezar. Es también la voz de quienes, habiendo pasado por la tormenta, se levantan cada día para recordarnos que la vida merece ser vivida con toda su intensidad.

Octubre nos invita a detenernos y mirar de frente a esos miedos que no solemos nombrar. Miedo al diagnóstico. Miedo a perder el control. Miedo a lo desconocido. Pero también, nos enseña que en medio del miedo florece la valentía. La valentía de las mujeres que dijeron: “sí, tengo miedo, pero sigo aquí”. La valentía de quienes se convierten en referentes, no porque lo buscaran, sino porque decidieron luchar, resistir y abrazar la vida con más fuerza que nunca.

Hoy quiero hablarte no del cáncer como enfermedad, sino de lo que nos revela sobre la vida. Nos recuerda que la salud no es un lujo, es el cimiento. Que nuestro cuerpo no es una máquina de la que podemos abusar, sino un hogar que merece cuidado, ternura y respeto. Que el tiempo no es infinito y que postergar nuestros sueños es, en realidad, una renuncia silenciosa que no podemos darnos el lujo de normalizar.

Octubre también es un mes para reconocer a quienes acompañan: las familias, las amigas, los equipos médicos, las comunidades que sostienen con abrazos, con silencio, con compañía. Porque luchar contra el cáncer no es un camino en soledad: es un trayecto donde cada gesto de apoyo puede significar un día más de esperanza.

Y aquí es donde la motivación se convierte en acción. ¿De qué sirve hablar de lucha si no hacemos cambios en nuestra forma de vivir? ¿De qué sirve vestirnos de rosa si seguimos callando el cansancio, si seguimos dejando el chequeo médico “para después”, si seguimos tratando a nuestro cuerpo como un enemigo que debe rendir siempre más?

La verdadera lucha contra el cáncer empieza en la prevención y en la consciencia diaria.

• Empieza cuando decidimos escuchar a nuestro cuerpo.
• Empieza cuando entendemos que el descanso también es productivo.
• Empieza cuando nos regalamos la cita médica que hemos postergado.
• Empieza cuando compartimos nuestra historia para que otras mujeres no se sientan solas.

Hoy quiero dejarte esta reflexión: no se trata de vivir con miedo al cáncer, sino de vivir con amor a la vida. Que este mes no sea solo de listones y campañas, sino de compromisos íntimos y reales.

Si algo nos enseñan quienes han caminado por esta experiencia, es que la vida cambia de color cuando entendemos su fragilidad. Las pequeñas cosas dejan de ser pequeñas: un café compartido, una caminata al atardecer, un mensaje que dice “te quiero”, un abrazo largo. Todo adquiere un valor distinto.

Octubre es un llamado a despertar. A recordar que el liderazgo femenino también pasa por cuidarnos, por poner la salud al centro de la agenda, por no permitir que la prisa nos robe la vida.

Porque no podemos inspirar, guiar o transformar, si no nos damos permiso de estar bien, de estar vivas, de estar enteras.

Quiero cerrar con una verdad que escuché de una mujer sobreviviente: “El cáncer me quitó mucho, pero me devolvió algo invaluable: la claridad de vivir sin reservas”. Y eso me ayudó a mí a continuar.

Ese es el mensaje que me llevo y que hoy quiero compartir contigo: 🌸 No vivas a medias. 🌸 No te postergues.
🌸 No esperes a que sea demasiado tarde para decir sí a la vida.

Octubre nos recuerda que la lucha contra el cáncer es, en el fondo, la lucha por vivir con propósito. Y esa es una batalla que todas, desde hoy, podemos elegir dar.