La Madre (Mujer)* por Carlos González Martínez

Como en un rehilete de coloraciones diversas, diáfanas y contundentes, curiosas son las vueltas que da la vida y su conciencia: si antes pensábamos que una mujer se realizaba plenamente cuando era madre, ahora sabemos que una madre se realiza cuando es mujer plena.
Heredera de una cosmovisión hipócrita que la exaltaba mientras la sometía, la condición de madre daba a la mujer el rango de templo sin deidad: a ella se acudía con veneración, pero sin respeto. Abnegación y sacrificio, soledad profunda y no pocas veces violencia en multiforme aberración, parecían los puntos cardinales de una cultura milenaria que hacía de la condición de madre no la sublimación de su naturaleza, sino el yugo de su circunstancia social.
Ser madre se volvía así no sólo el destino sino el sentido de vida de la mujer, que para consumarlo debía ser esposa ejemplar y virgen impoluta antes de todo ello. Incongruentemente, ser madre no exaltaba y liberaba la naturaleza de la mujer, sino la sometía y subordinaba a su condición social.
Hoy, siglos después, pensamos y sentimos distinto. Hoy no es la condición de madre la que realiza a la mujer, sino la condición de mujer la que realiza a la madre. La madre ya no es más el inerte receptáculo reproductor de genes y cultura del hombre y sus primogénitos aspiracionales; es ahora y sobre todo, voluntad y decisión de mujer.
Si la madre era antes por y para el hombre, ahora lo es por y para la mujer. En ello radica la idea fuerza de la madre como mujer soberana; como persona que, solidaria, se vale por sí misma y forma personas, hombres y mujeres, que solidarios se valen por sí mismos.

Queda mucho todavía por hacer para que las nuevas ideas sean nuevas realidades, cierto, pero algo hemos avanzado. Ello al menos bien podríamos celebrar mañana, día de las madres que son mujeres.
Pronto, espero, celebraremos también a las madres que lo son porque un varón es padre y una criatura, hijo o hija. Sólo así, en conciencia, voluntad y compromiso, independientemente de las formas y circunstancias específicas, afirmaremos el vínculo indisoluble que une a la mujer con su naturaleza y en libertad con el hombre y consigo misma. Entonces nos daremos cuenta de otra cosa elemental que hemos estado olvidando todos estos siglos: la maternidad es un asunto también del hombre, como la paternidad es también de la mujer. Pero esa es otra historia. Por lo pronto: felicidades a las madres que se celebran, incesantemente, como mujeres.


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(*) Primer texto de una trilogía dedicada a La Madre: la madre mujer; la madre patria, y; la madre verbo, sujeto y predicado.
Carlos González Martínez es autor del blog Ciudadano Andante y colaborador de la versión impresa de Cambio de Michoacán a través de su columna Dormingo.

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