Hemos hecho de la competencia un valor de convivencia. Competimos por quién sufre más o evaluamos qué dolor, pérdida o problema merece ser considerado como grave, digno de sentirse y de expresarse. 

La competencia, implica que hay un ganador y un perdedor. Incluso esta forma de matizarlo al decir que la competencia no es con los demás, sino con una misma, pues podría ser una trampa, puede implicar no aceptarme, llevarnos al perfeccionismo, al afán -no consciente- de ser y hacer más para merecer. La competencia supone, de entrada, una confrontación y de base, probar que se es mejor que los demás.

Es importante tener esto en mente, detonar conversaciones, repensarnos, porque la competencia por ejemplo es algo que nos estorba en la reinvención ante lo inédito, una crisis colectiva que trae y traerá muchos desafíos. 

Sobre la competencia frente al dolor -personal y de otras personas-, la pérdida y las distintas formas de duelo, es necesario que sepamos respetar las pérdidas, pequeñas o grandes, abrazarnos de diferentes formas y mantener la fortaleza para reconstruir todas las veces que haya que hacerlo.

Este es un fragmento del último episodio del podcast Cuestión de Carácter, ¿Quién sufre más? Aqui el enlace por si te gustaría escucharlo completo.

Podcast Cuestión de Carácter 

Me encantaría saber qué piensas sobre este tema. ¡Nos leemos!

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