Hemos hecho de la competencia un valor de convivencia. Competimos por quién sufre más o evaluamos qué dolor, pérdida o problema merece ser considerado como grave, digno de sentirse y de expresarse.
La competencia, implica que hay un ganador y un perdedor. Incluso esta forma de matizarlo al decir que la competencia no es con los demás, sino con una misma, pues podría ser una trampa, puede implicar no aceptarme, llevarnos al perfeccionismo, al afán -no…
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