Tuve la oportunidad este fin de semana de asistir al musical "Godspell" en el teatro de la Ciudad, ante mi propia ignorancia la idea de que probablemente estaría asistiendo a un espectáculo con mayor crítica que un show con aras de escuchar representaciones de las enseñanzas de Jesús basadas principalmente en el Evangelio de San Juan; me sentí desarmada y me dejo una posición de estar abierta a la forma que se transmiten algunas de las parábolas (incluso es muy bien aceptada) y cómo de alguna manera se promueve la esperanza de ser parte de una mejor humanidad.
Vale la pena mencionar que el musical en sí, de acuerdo a su nombre es una síntesis del inglés americano que procede de "gospel" (evangelio) y "God Spell" (la llamada de Dios), así como una forma arcaica de la palabra "gospel". Es un musical escrito en 1970, que, John-Michael Tebelak fue quien escribió el musical en su etapa universitaria. Stephen Schwartz, por aquel entonces, no estaba ligado en forma alguna al proyecto, y la música de la producción que Tebelak realizó en la Carnegie Mellon University estaba compuesta por una canción de un miembro del reparto y viejos himnos episcopales interpretados por una banda de rock. Una de las canciones que componen el repertorio, Day by Day, alcanzó el número 13 en la lista de la revista Billboard en el verano de 1972.
Dejando de lado la información referente del musical, su éxito en Broadway y demás contenido, el punto que empujó a escribir, fue que pese a las discrepancias que existen alrededor de un tema tan sensible, siempre mueve algo, y no me refiero a que ahora quiero ser activista en una corriente religiosa o convertirme para practicar una u otra fe.
En realidad me sentí un tanto identificada...
Estamos de acuerdo en hacer el bien, pero al hablar de personajes y asignar etiquetas nos rehusamos por el sólo hecho de la fuente. Al mimetizar nuestras ideas o asignarles figuras hacemos un bloqueo mental por consecuencia de ideas preconcebidas y paradigmas construidos, dejando ver la esencia del mensaje. Teniendo como cierta y como principio innegable, hacer el bien, a secas, sin normas, sin seguimientos de premios, sería más sencillo llegar a la posible utopía de vivir en una humanidad más humana.
El musical me llevó a recordar algo que de forma más sustentable me agrada y soy más feliz de seguir, la historia es sencilla y el personaje es Einstein, (¡vaya no quería quedarme atrás de mencionarlo!), pero la sorpresa aquí, es que Einstein no es el personaje principal, es Spinoza quizá un desconocido para muchos, pero es él, quién cobra sentido a esto que me parece más atinado que cualquiera de las discusiones que a veces he mantenido con grandes letrados eclesiásticos.
Cuando Einstein daba alguna conferencia en las numerosas universidades de USA, la pregunta que le hacían los estudiantes era:
-¿Cree Ud. en Dios?
Y él respondía:
-Creo en el Dios de Spinoza.
(El que no había Leído a Spinoza se quedaba en las mismas)
Baruch de Spinoza fue un filósofo neerlandés considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés Descartes
Este es el Dios o Naturaleza de Spinoza:
Dios hubiera dicho:
"Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti”.
“Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.”
“Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.”
“Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito…”
¡No me encontrarás en ningún libro!
“Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?”
“Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.”
“Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío:
¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?
¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice?
¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad?
¿Qué clase de dios puede hacer eso?
“Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.”
“Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.”
“Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.”
“Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.”
“No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.”
“Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar:
¿Te gustó?.
¿Te divertiste?
¿Qué fue lo que más disfrutaste?
¿Qué aprendiste?”
“Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.”
“Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?”
“Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan.
¿Te sientes agradecido?
Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo.
¿Te sientes mirado, sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.”
“Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han
enseñado acerca de mí.”
“Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.”
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas explicaciones?
“No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti".
Spinoza
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