Con motivo del Día Internacional contra la Corrupción, 9 de diciembre, que busca su prevención y combate promoviendo, entre otros aspectos, la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas en el Estado y la sociedad, resulta necesario considerar, adicionalmente, al cuidado de nuestra privacidad, dado que éste asegura nuestra dignidad y participación con libertad.


Especialmente, el uso ético de los datos personales cobra relevancia en la era digital, donde como afirma Craig Mundie, asesor de Microsoft, “se están convirtiendo en la nueva materia prima de los negocios”; pues conocer la información que nos es propia se vuelve un activo de valor para las organizaciones públicas y privadas.


Las tecnologías han facilitado a los actores empresariales y estatales su gestión a gran velocidad y escala y, con ello, les ha permitido identificar e influir en comportamientos; reconocer patrones para hacer predicciones; agilizar la toma de decisiones; diagnosticar problemas, y trazar soluciones. Si bien, su aplicación ha generado progresos como los científicos o médicos, también pueden causar afectaciones o propiciar delitos.


Uno de los efectos negativos que pueden resultar del tratamiento de aquello íntimo que compartimos en la red se observa en los sesgos o errores provenientes de la inteligencia artificial; por ejemplo, en procesos de evaluación o reclutamiento, en donde la selección se determina por modelos matemáticos, sin intervención humana, pudiendo incurrir en injusticias.


Por ello, desde 2019, en el Foro Económico Mundial de Davos, a través de la “Declaración Digital”, se proponían una serie de valores para impulsar un actuar responsable en el entorno virtual bajo los principios de respeto, inclusión, innovación, equidad, seguridad, cooperación, apertura y sostenibilidad.


Lo anterior porque en un ambiente donde las autoridades o compañías saben tanto de nuestra vida, la protección que nos brinden es directamente proporcional a la confianza que depositamos en ellas. Incluso, como se señala en un estudio de KPMG, de 2018, al 92% del personal directivo industrial del mundo le preocupaba que sus consumidores dieran por sentado este atributo; dado las repercusiones reputacionales y de competencia que su carencia puede provocar.


Así lo refiere una encuesta de McKinsey, de 2022, al destacar que el 40% de entrevistados ha dejado de negociar con algún comercio, por no coincidir con sus principios o por haber sufrido una violación de datos. Por el contrario, cuando las corporaciones mercantiles y las instituciones gubernamentales salvaguardan nuestra esfera, su crecimiento y consolidación se potencia, porque garantizan nuestras expectativas de lealtad.


Si como dice el escritor Jonathan Zittrain, adoptamos una “ética de fidelidad” dirigida a la gente, entonces lograremos que las empresas y los gobiernos “no nos vean sólo como individuos a los que se les venden anuncios, sino que, además, nos ayuden y nos traten como personas” que es lo que somos.

Fuente:

"Uso ético de los datos personales en la era digital", El Heraldo de México, a 19 de diciembre de 2023, disponible en: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2023/12/19/uso-etico-de-los-...

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