¡Y se fue! Se fue como se va siempre, rápido, sin espera, sin tregua.
Desaparece en corrientes y entre magos y sueños se nos escapa; y cuando volteamos la cara es porque ya se ha ido. Creemos que es eterno, pero tiene vigencia, tiene caducidad que no conocemos hasta que nos damos cuenta de que ya no está, que ya no existe que sólo está éste, el presente. Porque el tiempo ha pasado. Fugaz, sin sentido, sin espera, sin cálculo, como una mala conjetura. Con la cerrazón misma de las visiones del futuro, mismas que desaparecen porque no hay tregua, no hay cómo pararlo. Y de una forma callada y vacía se da comienzo al siguiente segundo que comienza cuando ya termina.
Cinco años se dicen fácil, cinco años llenos de miedos y alegrías, de gratas compañías y fuertes experiencias.
¿Fueron muchos años? ¿Fueron suficientes? ¿Fueron pocos? ¿Qué fueron estos años en los que todos soñamos?
Ellos con una mejor vida. Ellos con una cama caliente y un plato de arroz al día. Ellos sueñan con un trabajo. Ellos sueñan con lo suficiente para mantener a sus hijos. Hijos solos, desamparados y sin futuro. Ellos sueñan con que de la ventanilla de un auto salga una mano con unas monedas para llevar a casa. Ellos sueñan con que la indiferencia los vea, y no sólo los sienta, ellos sueñan con dejar de ser una sombra. Ellos sueñan con una vida que no conocen. Ellos son hijos de la calle por donde se deslizan descalzos buscando el alimento del día.
Pero yo también sueño, yo sueño con querer volar en un globo aerostático. Y sueño con volar muy alto, con subirme a un sputnic y llegar a la luna y sueño con que el mundo sea cuadrado y quiero que todos seamos buenos y que no exista la compasión porque todos somos iguales y entonces me pregunto. ¿Cuál es la diferencia entre sus sueños y los míos?. Finalmente son eso: sueños que nos permiten ir formando el futuro con todos sus meses, semanas, días, minutos y segundos que se esfuman en el momento en el que más quieres que permanezcan entre nuestros sueños.
El tránsito por Madagascar tuvo ese agridulce sabor que deja el paso del tiempo sin tregua.

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