¿Qué es la Sororidad, esa extraña palabra que utilizan “las feministas” y que no se encuentra el Real Academia de la Lengua Española?
La sororidad es mucho más que una palabra, es una nueva práctica impulsada por el feminismo contemporáneo para fortalecer los lazos de hermandad entre mujeres, como un mecanismo para ir transformando la cultura machista, la cual tanto mujeres como hombres tenemos interiorizada.
En la búsqueda incesante por la igualdad de derechos, la sororidad se ha popularizado como una de las más grandes estrategias para la reconstrucción cultural patriarcal, que sin duda, es el mayor reto para el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres y niñas.
Marcela Lagarde, feminista y antropóloga mexicana sostiene que “la alianza de las mujeres en el compromiso, es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida”
La trasformación social requiere del análisis del pasado para cambiar el presente, de reconocer en lo más profundo de la historia y de las prácticas diarias la discriminación que viven las mujeres. Construir una cultura de paz, debe contemplar como objetivo primero garantizar la igualdad.
La Organización de la Naciones Unidas, ha impulsado desde hace 17 años la participación de las mujeres en las tareas de consolidación de la paz. De acuerdo con la ONU Mujeres, diversos estudios científicos evidencian que la igualdad de género ayuda a evitar conflictos, mientras que los altos índices de violencia contra las mujeres, guarda correlación con el surgimiento de conflictos.
Sin embargo y a pesar de los grandes avances en los marcos normativos, la participación de las mujeres sigue siendo insuficiente. Cultualmente, mujeres, hombres e instituciones, siguen acentuando las desigualdades.
La sociedad requiere de sororidad. Las mujeres deben reconocerse como aliadas, generar relaciones positivas y propiciar un frente común para la eliminación de todas las forma de opresión, de discriminación y de violencia.
El primer paso en esta lucha social lo podemos generar con un compromiso particular. Mujeres que abracen la causa, que asuman el compromiso de reconocerse en las otras. Porque las circunstancias de una no son las misma que de todas, pero la realidad es que todas merecemos vivir sin violencia.
Una tarea practica y sencilla es comenzar eliminando de nuestros discursos la definición de “ser mujer”. Las mujeres somos seres humanos, somos distintas, todas tenemos formación diferente, pensamientos y sentimientos distintos. Encasillar y definir lo que es hombre y lo que es mujer a partir de roles establecidos y prejuicios, nos conlleva a generar conflictos.
La sororidad se construye a partir de fortalecer una identidad de hermandad, que se basa en generar confianza, y brindar apoyo y reconocimiento entre mujeres para construir un mundo diferente. Uno donde la violencia no sea una de las mayores limitaciones para que mujeres y hombres se desarrollen en igualdad de oportunidades. Porque cuando se maltrata a una mujer, se maltrata a todas.
“Cada gran sueño comienza con un soñador. Recuerde siempre, usted tiene en su interior la fuerza, la paciencia y la pasión para alcanzar las estrellas para cambiar el mundo” Harriet Tubman
Dulce María Esquer Vizcarra
Artículo publicado en Revista Mujer y poder. Ed. Noviembre 2017 www.mujerypoder.com.mx
Sobre la autora: Mtra. en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas, por El Colegio de Sonora. Ex Coordinadora Estatal del Programa PAIMEF para prevenir y atender la violencia contra las mujeres. Colaboradora y ejecutora de distintos proyectos sociales y de estudios de género. Actualmente asesora en la Comisión para la igualdad de género en el Congreso del Estado.
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