Hacia finales de abril de 2020, en medio de la pandemia, empecé a sentir mi cuerpo extraño, ya lo había sentido antes, siete años antes siendo exacta. Sin embargo, era una idea, una tonta idea, según yo. Me había dado tanta risa cuando veía memes o comentaba en redes sociales con amigas sobre los #niñosCOVID que nacerían hacia finales de año. Y ahora ya no era tan de risa...
En fin, dejé pasar las semanas, porque obvio que era una idea absurda, aunque mi cuerpo cambiaba, yo pensé que era el estrés y toda esta locura de la pandemia. Yo me concentraba en adaptarme lo mejor, de apoyar a mi familia a adaptarse lo mejor posible, resentir lo menos posible, ayudar a amigos lo más que se podía.
Sin embargo, ya hacia finales de mayo las cosas no se veían bien. Tenía unos cambios importantes en mi cuerpo, me empezaba a inflamar y tenía un dolor constante. Leía mucho sobre estrés y su manejo y me concentré en diversas técnicas que había aprendido sobre este tema: aromaterapia, yoga, respiración del nervio vago, meditación, enzimas para digestión. PEROO... esa horrible colitis no se iba...
Finalmente, me decidí ir al doctor, con todo el miedo que tenía de salir y poner los pies en un lugar así, pero ya era imposible negar la realidad. Fui y para mi sorpresa el doctor me dijo con contundencia.... todo parece decir que estás embarazada. Mi cuerpo lo gritaba y mi mente lo negaba. Fue un momento muy extraño: muy feliz, muy triste, muy confuso, muy irónico... ALARMANTE... Lo que había deseado por años, había pasado y no me sentía preparada para escucharlo, para sentirlo y muchísimo menos para vivirlo. De verdad, mi cerebro escuchaba las palabras y, al mismo tiempo, se negaba a entenderlas. Era imposible, yo con mi peso, yo con mi edad, yo con mi estrés, yo con mis métodos de anticoncepción, yo con mis reglas, yo con todo.... y todo pasaba.... y no sabía que pensar y no sabía que sentir....
Salí de la consulta muerta de miedo y con una receta llena de vitaminas y estudios. Se lo dije a mi esposo y estaba feliz y yo con una cara de espanto.... La verdad me tomó por lo menos una semana para procesarlo y ya estábamos en la primera semana de junio. Pero, poco a poco, lo empecé a procesar y me sentía aterradamente feliz, aunque confundida. En fin, inicié con las prácticas que ya sabía: vitaminas, agua, respiraciones, yoga para embarazadas, comer cada 3-4 horas, eliminé grasas, café, té, comida procesada, alcohol.... No obstante, no me atrevía ir a los estudios, todavía no lo podía aceptar mi racionalidad.
De pronto, me empecé a sentir muy mal, con dolores muy fuertes, vómitos, desmayos. Pensé que los dolores eran colitis, me convencí y convencí a mi doctor y lo demás pensaba que eran síntomas severos, pero normales. ¡Qué risa! La negación es lo más peligroso que existe.
Finalmente, me hice los estudios: Sí estaba embarazada, mi embarazo era ectópico, mi trompa de Falopio se había roto y estaba desangrada por dentro. Corrimos al hospital, otra vez estaba negada para entender lo que pasaba, actué de manera autómata; dejé que mi cerebro tomará las decisiones y yo veía desde la distancia todo, como si no estuviera en mi cuerpo.
Que cadena de eventos, pasó más en 8 horas, que en semanas de embarazo. Llegué caminando al hospital, pero con un nivel de 3.5 de homoglobina (y yo pensaba; ¿qué es eso, ¿¿3.5 de qué??, ¿es bueno o es malo?, ¿qué unidades?, ¿qué es lo normal?). Sólo entendí que era grave porque todos se empezaron a mover en el hospital, escuché códigos y, por primera vez, entendí que eran por mí....
Llegué al quirófano, había una anestesióloga, una ginecóloga, muchas enfermeras, muchos doctores milenial, una luz blanca, no entendía que hacía ahí. Y sólo escuchaba que me preguntaban incesantemente mi peso, mi edad, mi estatura... creo que lo grité por todo el hospital. ¡¡¡¡Yo!! la que nunca dice su edad, su estatura y, ¿el peso? Pero ni modo, a esas alturas que importaba... ¡Qué todo México se entere!!!
Después, sentí que algo me pusieron y me sentí un poco adormilada y una doctora me decía que si entendía mi gravedad, que era posible que me muriera y que no despertara, me lo dijo como 3 veces. Yo perdí la voz y estaba histérica, quería callarla. En mi interior gritaba y si me voy a morir, qué quiere que haga... si hay algo sobre lo que no tengo nada de control es mi muerte y no tengo control de nada. Cada vez que me lo decía, quería gritar;: ¡¡Traigan a un sacerdote y a un notario!! Si no me pueden ayudar los doctores, al menos los otros dos me pueden dejar morir en paz....
Y seguía hablando de cosas así y parece que estaba sorprendida de que no reaccionaba.... ¿qué quería que hiciera? Literal, no podía hablar, la voz la tenía, pero no salía ningún sonido de mi garganta más que para decir mi peso, mi edad, mi estatura, si tenía hijos o no y nunca me habían operado así y que nunca había tenido reacciones alérgicas a medicamentos. De lo demás, no podía hacer más.... Sólo quería gritar y que todo parara.
Y si lo hizo, todo paró. Se vio una luz muy blanca que me lastimaba los ojos y todo paro... un gas... un sueño y todo se fue....
Comentario
Querida Myrna,
Gracias por estar aquí y por compartirnos tu experiencia, tan interna, tan íntima, tan fuerte.
Te abrazamos.
MC
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