Me di cuenta de mi condición de adulta cuando el reloj y la agenda programada comenzaron a dominar mi vida…así que mi día empieza religiosamente a las 05.30 horas para ir al gimnasio a hacer spinn, del cual me tengo que salir unos minutos antes de finalizar la clase, porque tengo justo 5 minutos para llegar a casa  y bañarme en menos de 15 minutos para poder hacer mi desayuno el cual tendré aproximadamente 8 minutos para comerlo mientras me plancho el cabello y termino de maquillarme y vestirme para salir de mi – su – casa a las 7.40 horas y así poder llegar (si el tráfico y las dobles y triples filas de autos lo permiten) puntualmente a las 08.00 horas a mi oficina. Cabe mencionar que tengo varias alarmas establecidas en el celular que dicen: “ya córrele” que suena a las 7.15, otra que se llama “ya salte de la casa” que suena a las 7.35 y otra que dice “ya valió madre” que suena a las 7.50…no tengo mucha noción del tiempo, así que estas alarmas son básicas para poder lograr mi primer objetivo de cada día: llegar a tiempo a trabajar.

Bueno, en esta semana, este objetivo no fue logrado un día, estaba yo en el espacio de tiempo destinado al “desayunopeinado”, cuando en el noticiero que estaba viendo, pasaron un reportaje sobre un oso, el oso Invictus…no les puedo explicar todo lo que me ha marcado ese caso…y no por ser único, si no porque reúne tanta maldad, tanta crueldad, tanta indiferencia que es imposible no romper en llanto. Les cuento: el oso Invictus es uno oso negro que estaba preso (no puedo poner otra palabra, perdón si la sienten exagerada) en un circo, el circo es el Circo Harley que estaba (espero que ya no exista) en Yucatán, bueno este pobre animal, que dicho sea de paso, pertenece a un ambiente natural, y no a estar aguantando encierros por finalidades monetarias de terceros, es sólo una muestra del maltrato que pueden llegar a padecer los animales confinados a espacios no naturales con fines de explotación, cuando, gracias a la denuncia ciudadana (incluyendo a trabajadores/as del circo) en marzo de este año, Inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente,  lo rescataron junto con otros 6 animales, también víctimas de maltrato.

Dicen quienes lo rescataron, que a simple vista Invictus parecía  un oso negro, un oso americano normal, pero lamentablemente tuvo la mala fortuna de cruzarse en el camino del Harley Circus donde fue bautizado con el nombre artístico de “Bailarina Nait” en donde, función tras función, de pueblo en pueblo, era vestido de falda y obligado con torturas a andar en una pequeña bicicleta y a hacer malabares. Después de cada “espectáculo” la  “vida” de este oso transcurría en una pequeña jaula de dos por dos metros y sólo salía de su encierro para dar función, hasta que un día fue mutilado. Quienes se decían sus “dueños” (porque tengo entendido que no se acreditó la procedencia legal del oso), a través de una cruel y dolorosa cirugía le extirparon el maxilar inferior, parte de la mandíbula, y se habla que fue realizada por un veterinario que atendía sólo a caballos, después se supo que no, que le arrancaron el maxilar con unas pinzas de electricista para evitar que mordiera a sus “domadores” quienes le obligaban a hacer el ridículo espectáculo con la bicicleta.

Así, mutilado siguió trabajando, claro, con un velo que cubría sus heridas para que quienes pagaban un boleto no se dieran cuenta del maltrato y seguía el pobre oso, arrancando la risa y los aplausos de un público que, espero, no sabía qué era lo que  pasaba cuando se apagaban las luces de la carpa. Finalmente, el tormento terminó con la denuncia e intervención de la PROFEPA y cuando el oso salió del circo, tenía una grave infección en la mandíbula, estaba sin garras, con laceraciones en el cuello y en completa desnutrición. ¡se pueden imaginar el sufrimiento al que estuvo sometido este ser vivo con sistema nervioso como usted y como yo? Si, estoy de acuerdo, es un animal, pero creo que a veces se nos olvida que eso no impide que tengan sentimientos, que tengan lazos afectivos y que aunque no lo manifiesten en códigos de comunicación que siempre logremos entender, sienten el mismo tipo de dolor que las personas.

 

En fin, Invictus  fue enviado al zoológico "El Centenario", en Mérida, donde recibió los primeros auxilios y después fue trasladado al Bioparque de convivencia Pachuca, convertido ahora en la primera unidad de rescate y rehabilitación de fauna silvestre en México, ahí fue sometido a una cirugía para explorar y limpiar la herida provocada por la mutilación; y finalmente,  el sábado pasado,  le colocaron un par de prótesis de titanio para volverle a formar la mandíbula y que pueda tener la fuerza de masticar nuevamente.

 

En una entrevista a un diario de circulación nacional, Ericka Ortigoza, directora del Bioparque convivencia Pachuca, declaró lo siguiente: “No sé si fue por quererle extraer los colmillos, no sé si fue para que no volviera a morder más, porque hay todas esas versiones, solamente sé que no está justificada esta mutilación. La crueldad con la que fue tratado este animal, de verdad no tiene antecedente, él seguía trabajando con esa situación, encadenado”.

Si quiere, acúseme usted de ridícula, pero he vuelto a revisar notas, expedientes y videos sobre este caso para poder escribir esta columna y vuelvo a llorar, no puedo con esto. Nunca he ido a un circo, corrección, no he entrado nunca a un circo, si he ido a las manifestaciones de apoyo por la prohibición, pero nunca he entrado. Cuando era niña, recuerdo que estaba yo en tercero de primaria cuando el circo Atayde regaló boletos a todos los salones de mi colegio  y yo llegué súper emocionada pidiéndole a mi mamá que me llevara y a lo que ella respondió con un enérgico y contundente “¡jamás!” obvio, yo le dije el típico “pero si todas mis amigas van a ir” y ella me dijo, sabia como era mi madre, que a lo único que le tenía miedo un tigre era al fuego y sin embargo, en los espectáculos de los circos, hacían pasar a los tigres por aros de fuego, que me pusiera a pensar que era lo que les hacían a los tigres para que prefirieran pasar por lo que era su mayor temor que soportar lo que les hacían si no pasaban por ahí. Así de simple, así de claro, así de real era como mi mamá me explicaba las cosas. De ahí en adelante, ella procuró que yo comprendiera que no sólo eran los tigres, si no que los elefantes sólo tenían piel blanda en la parte de atrás de las rodillas y los ojos y que era justamente ahí donde se les picaba para que se levantaran en dos patas para los espectáculos, también, se ocupó en enseñarme cómo y qué códigos utilizaban los animales para formar sus manadas y que desde chica supiera que para los animales, esas manadas eran sus familias y sobre todo, que los animales sienten, sufren y que nadie tiene derecho a divertirse a costa del sufrimiento de otro ser vivo. Ahí, a esa edad, entendí que los circos no eran necesarios en la vida, que si quería divertirme, había otro tipo de espectáculos y le agradezco profundamente que procuró de llenar mi vida de ópera, de sinfónicas, de teatro, de museos, de baile, de lectura y de mil cosas más que no implican el sufrimiento animal.

Como ya lo he dicho, agradezco profundamente vivir en esta época en la que, gracias al trabajo de mucha gente, este mundo va cambiando, se van construyendo utopías y una de esas utopías está justamente en el Congreso del Estado de San Luis Potosí, ya que hace unos meses, personas de la sociedad civil y dos diputados, presentaron la iniciativa de ley para prohibir los animales en los espectáculos en San Luis Potosí, así que esperemos que pronto sea votada y nuestro estado se sume a los municipios de Naucalpan, Zapopan, Toluca, Tangancícuaro (en Michoacán), Cholula, y Culiacán, así como a los estados de Guerrero, Querétaro, Colima, Morelos, Veracruz y Chiapas. los últimos fueron Chihuahua, Puebla y el Distrito Federal y estas historias terribles como la de mi querido oso Invictus, no se vuelvan a repetir jamás. Obviamente, ha habido gran descontento por parte de quienes forman la industria del entretenimiento circense, comentando que esto les llevará a la quiebra, que muchas familias viven de su trabajo en los circos y argumentos que son entendibles pero que creo que también puede ser una gran oportunidad para replantear este tipo de espectáculos, hay que buscar diferentes formas de entretenimiento y el más claro ejemplo es el maravilloso Cirque du Soleil, quien da maestría en demostrar que se puede hacer otro tipo de circo, que hay otras maneras de entretener y que si, que a la gente le gusta y la disfruta.

Elementos de implementar esta ley que prohíba los animales en los espectáculos los hay, uno de los tantos ejemplos es lo ocurrido, hace unos meses, cuando  una elefanta perteneciente, o más bien, confinada en el circo Aurelio Atayde, tuvo un ataque de ira y de estrés y trató de escapar de su prisión. Dicen quienes atestiguaron el momento que la elefanta echaba furiosa su cuerpo sobre las mallas intentando escapar de su encierro y me puedo imaginar que del maltrato al que es sometida. También en uno de los momentos de su desesperación, alcanzó a golpear con la trompa a una cebra compañera de encierro la cual afortunadamente, no sufrió lesiones…en los diarios decían las notas que “afortunadamente la elefanta se encontraba encadenada de una pata posterior. Eso evitó que escapara del circo y causara daños en los automóviles o víctimas a causa de un posible ataque”. ¿Afortunadamente para quién? En fin, esto acabó en que a la pobre elefanta, le dieron unos choques eléctricos con varas de fierro y agua, y así pudieron calmarla. Sin embargo, también dicen testigos/as que la sometieron encadenándola y golpeándola. Por este hecho, una asociación protectora de animales, presentó una denuncia el día 25 de abril, quedando registrado bajo el folio PFPA/30.7/0120-074/2014.

Ahora bien, si usted es de esas personas que dicen que no importa, que son animales y que en vez de legislar estas “tonterías” y que los y las diputadas deberían de ocuparse en cosas “realmente importantes”, deje le cuento que , dicen quienes saben, que el maltrato animal es, un factor que predispone a la violencia social y es, al mismo tiempo, una consecuencia de la misma. Forma parte de la escalada de la violencia que nos va alcanzando como sociedad.

 La violencia es, para fines prácticos,  “un acto intencional que puede ser único o recurrente y cíclico, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a otros. Casi siempre es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir, las que tienen el poder en una relación, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales o contra sí mismo”. Entonces, tenemos cifras claras, como las que se relatan en diversos estudios, como el que realizó Gena Icazbalceta, quien dice que en estados unidos donde se comprobó que no todos/as quienes maltratan animales se convierten en asesinos/as en serie, pero todos/as quienes han cometido asesinatos en serie tienen antecedentes de maltrato a animales.  

Aclaro respetuosamente, que yo no soy nadie para venir a decirle a usted, que me hace el favor de leerme, cómo educar a sus hijos e hijas, sin embargo, le invito a reflexionar que es lo que usted les está compartiendo como valores, qué es lo que les está enseñando sobre la vida, a la caridad, a la compasión, a la solidaridad, a la no violencia, al respeto y sobre todo…sobre la violencia.  En fin, tengo mucha confianza en que los diputados y las diputadas de esta legislatura se atreverán a anteponer la ética, el compromiso con la sociedad y San Luis Potosí, pronto se sumará a esta lista de estados en donde, nunca más, un oso como Invictus tenga que ser rescatado de la crueldad y de la indiferencia.

 

*Gracias Liz y Memo por todo el trabajo realizado para esta iniciativa*

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