Llevo cuatro semanas sin beber café, el motivo de esta decisión tan terrible (considerando lo que me encanta el café) obedece a una prescripción médica que al parecer durará mucho tiempo. Llevo en realidad muchos meses con esta restricción pero siempre terminaba bebiendo una ó dos veces a la semana, en ocasiones más seguido, pero últimamente al recibir tan placentera bebida hacía que mis sentidos se alteraran, así que ya no he bebido nada.  He notado que la ausencia del café me ha llevado a experimentar un tan necesario golpe de realidad, de esos que te ponen los pies en la tierra. Creo que esto se debe en parte al ajuste de mi cerebro al tener que funcionar sin un estado alterado producto de la cafeína. Y por otro lado al hecho de lo que el café representa para mí.

Desde que recuerdo en casa siempre ha existido el café. Mi abuelita preparaba café de olla y aún en mis recuerdos tengo presente aún su taza favorita. De niños nos daban a la hora de la merienda un vaso grandote de leche con café.  Posteriormente al crecer, siempre a la hora del desayuno un café americano, mi papá se servía en un jarrito grande y bueno siempre presente desde café de olla o soluble o de cafetera, pero siempre un café.  Con el paso del tiempo y empezando a tener vida social las salidas a cafeterías fueron inevitables, en ese momento se abrió un panorama de las diferentes especialidades de café que existen; expresso, capuccino, moka, mate, frape y así todas la variedades. Sin olvidar las maquinitas de café de la Universidad, en el trabajo, en las salas de espera, etcétera. El café por lo tanto se volvió un líquido imprescindible de las noches de estudio, de las extensas jornadas de trabajo y por su puesto de pretexto para largas charlas con las amistades.

Mayor aún el café se ha vuelto en mi vida en una forma de intimar, de sentir; su aroma evoca situaciones vividas, recuerdos, amores, desamores, soledades, compañías, risas, lágrimas, tristezas, alegrías. Y de repente toda esa explosión de sensaciones en mi paladar que evocan recuerdos de todo tipo simplemente no existe. Y vaya, no es que no pueda recordar nada, sólo que ahora esa sensación de humedecer los labios con el café caliente, el aroma invadiendo mi olfato, ese sustituto de romance ahora está ausente como suelen estar de forma constante muchas personas en mi vida, y todo se repite. Tal vez este exagerando y dramatizando como suele ser mi costumbre, pero en verdad la ausencia de café en mi vida cala los huesos, me provoca nostalgia de esa que ya he sentido en muchas ocasiones. Pero por ahora la taza de café quedo vacía y mi inspiración también. Y la poesía se enfrió y las emociones caducaron en la alacena del corazón. Hasta que el café me recorra otra vez por dentro.

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Comentario de Iveth Astudillo el octubre 21, 2015 a las 11:21am

El café también es la base de la ciencia... ¡tanto que le debemos!

Lamento tu pérdida, Juana. Pero mientras exista el recuerdo, será más soportable.

Saludos

Comentario de Juana Henriquez Picasso el octubre 20, 2015 a las 7:35pm
Si, también lo espero Araceli Enríquez gracias.
Comentario de Aracelli Enriquez el octubre 18, 2015 a las 2:43pm
Ay. ..por Dios! Cómo te comprendo...Soy total y ferviente consumidora de café. . .por no llamarme adicta. ..leí esta cita. ..El olor a café recién hecho por la mañana, debería ser considerado patrimonio de la humanidad.
Espero que pronto puedas nuevamente disfrutar de ese elixir de los dioses.

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