En octubre de 2018, Círculo de poesía, publicó en su página una entrada con el título LO MÁSde la poesía mexicana. En ella, los editores, aclaraban que se trataba de iniciar un ejercicio de memoria y valoración de la poesía mexicana publicada a partir de 1985, la del pasado reciente. La dinámica consiste en "invitar a una serie de poetas, críticos, editores, agentes significativos que nombrarán los tres mejores poemas de México o, para decirlo en otros términos, los tres poemas que les resulten entrañables. Cada encargado de la curaduría, en una especie de 'Desde dónde se lee', publicará un texto propio que servirá de epílogo a sus recomendaciones.
Hasta el día de hoy, solo han publicado tres entradas y no han mencionado a ninguna mujer. Sin embargo, hablar de poesía es hablar, inmediatamente, de la poesía escrita por mujeres. Por ello, lancé un par de preguntas en Facebook: a partir de 1985 ¿Cuáles son los mejores poemas escritos en México en los últimos tiempos? ¿Qué poemas escritos por mujeres?
La primera preocupación, a partir de este tipo de visiones, es ¿cómo hacer crítica negando la contribución de las escritoras en el corpus poético? Hace falta una mirada de género que vaya más lejos de lo que es tomar el libro, o encender la pantalla, y comenzar a leer. Tener una mirada de género en la elección de las obras que van al mercado e incluso en la disposición de los precios de los libros. Hagan la prueba ¿qué libros son más costosos?
Otro punto importante es el trabajo que realizamos maestros, investigadores, académicos, etc., al interior de las instituciones para visibilizar el trabajo de las escritoras. ¿Se insiste en el conocimiento de su obra? ¿Se insertan dentro de la currícula o los programas académicos? Las bibliotecas, sean físicas o digitales ¿qué aportan en este rubro?
Las mujeres debemos hacer presencia; si se cierran puertas, abrir otras. Es decir, jamás negarnos a dar el siguiente paso. Participar en debates, talleres, mesas redondas; participar en los numerosos certámenes que existen a lo largo y ancho del país, becas, concursos para publicación de obra. No hablo de regalar nuestro trabajo, pero sí, de hacer uso de estos mecanismos que tantas veces nos arrebatan.
En este ejercicio, damos un revés a la tendencia de mirar a la poesía escrita por mujeres, desde el patriarcado. Se habla de poemas y libros, ubicados alrededor de la fecha señalada. Ustedes también pueden agrandar esta lista, escribiendo su aportación en el apartado de comentarios. Tengan un poco de paciencia, todos los mensajes se moderan, pero no tardo mucho en leerlos. Cada aportación, está antecedida por su autor.
El libro de Paula Abramo, Fiat Lux, es precioso. Y el de Elisa Corona Aguilar, igual lo es. Pero estos son libros completos. Y en cada uno varios poemas son extraordinarios. Pero poetas como Malva Flores y MaríaBaranda son imprescindibles para entender lo que ahora se escribe en México.
El libro Migraciones de Gloria Gervitz; el poema "Nereidas" de MikeasSánchez.
Gloria Gervitz, Silvia Tomasa Rivera e Isabel Zapata.
Habría que considerar Antígona González de SaraUribe
Pienso en El quejido del perro en su existencia de Briceida Cuevas y en Los textos del Yo de Cristina Rivera Garza.
Mikeas Sánchez y Briceida Cuevas Cob. Esta última, tiene un poema hermoso: "Noche de eclipse" donde se reflejan raíces femeninas, visiones en torno a la maternidad y los astros. Añado un poema que me parece completo: "A T.S. Elliot" de Natalia Toledo.
Si son publicados después de 1985 y no nacidos en ese año, comienzo por el poema enorme de Dolores Castro Varela "Algo le duele al aire"; me seguía con "la calle Contur" de EstrellaDel Valle; "El amante y la espiga" de Leticia Luna; "Los nada" de RefugioPereida; "Gente de adobe" de Angelica Minor. Las poetas mexicanas están escribiendo grandes poemas, como RoxanaCortés, Roxana Elvridge-Thomas, Lizbeth Padilla, Mónica González Velázquez y más.
Son muchísimos textos los qué hay que recordar. Coincido con la profunda voz de Briceida Cuevas Cob. Está María Baranda, Minerva Margarita Villarreal, Gloria Gómez Guzmán; Lillian van den Broeck.
Las razones del silencio de Laura Tristán, Cautiva estoy de mí de Aline Pettersson, Viriditas de Cristina Rivera Garza, Ártico de Esther Galindo.
María Baranda, con "Ángeles en proa" y "En los pistilos"; Malva Flores con "Figuras contra la luz". Imposible omitir a Carmen Villoro con su "Paisaje marino" o "Bajo los maples".
Liquidámbar, de Carmen Villoro.
Principia, de Elisa Díaz.
Urracas de Elsa Cross.
Dejo algunos poemas que también fueron compartidos en esa red:
Gloria Gervitz un fragmento de Migraciones, Treno (2003):
con grandes y hermosos ojos azules
pies hinchados
pulmones llenos de agua
disfrazada de vieja
empapada hasta el tuétano
una ballena arponeada
se hunde
(https://poesiamexa.wordpress.com/2016/09/20/gloria-gervitz/).
Silvia Tomasa Rivera, En el huerto de Dios, fragmento (2014):
El reino de los cielos
no es para los abastecidos,
es para los que adolecen
de amor.
Los abastecidos que se queden
felices en la tierra.
Y los asesinos, y los que trafican
con armas, que beban
de una vez
la leche envenenada del infierno.
Regresaré tal vez
a mi país
cuando se hayan calmado las cosas.
-¿Qué cosas?
-Ya sabes, los asesinatos
en las calles, los cadáveres
de los jóvenes,
atravesados en las carreteras,
y el desierto
de las mujeres del norte.
Eso es lo que recuerdo.
-No regresas porque eres
un cobarde.
Si aún existiera el limbo,
ese sería tu exilio (48).
Isabel Zapata, fragmento de Nebulosa, de Las noches son así (2018):
Mi abuelo tuvo un telescopio
muy al sur del cosmos
(http://brokenenglish.lol/lasnochesonasi/inicio/)
Mina 1004, de Jeannette L. Clariond
Arder, yo vi a mi abuela arder.
Agosto. Chihuahua, 1956. Ella ardió,
su fuera y su dentro, ardió en la calle Mina 1004.
Vi a mi padre envolverla en una sábana, el colchón ardía;
las cortinas, la alfombra, su vestido
ennegrecieron. Todo lo recogió.
“No hagan ruido, su madre está cansada”.
Lo vi salir de luto esa tarde de agosto con su corbata negra.
La recogió. Ceniza y llanto recogió.
El humo de la abuela en el zaguán, las tías
sorbiendo ásperos los grumos del café.
Había que borrar lo oscuro que dolía,
disolver la sal, el llanto,
abrazarse y sofocar el temblor del viaje.
Escuchar a Paul Anka y en la falta de pulso
rayar el disco de 45 revoluciones por minuto.
Por minutos vivía, por minutos ese
cansancio púrpura sobre las frondas de los álamos.
Pero luego, bajo el vidrio en el cedro
vi disolverse el rostro quemado bajo el humo.
Ella, mi madre, también ardió. En lágrimas su sonrisa apagada:
“Arréglame el pelo”, me dijo, “déjame salir
a ver si ya está seca la ropa”.
Tuve miedo que sus pasos lentos no volvieran.
La tersura de la hoja la muerte carcomía,
el reseco peso de la hiedra se desprendía del muro,
y el florero en la cocina sin flores.
Encerrada en su cuarto, con su muerte, y yo
con el filtrarse el viento
que se llevaba el polvo de los sicomoros.
Poemas de Ignacia Muñoz
Cocota,
Tlachinoa,
In tlacolia
Ocotlaca,
Nihualequi noyoylo
Pamapa
Uan ca ceuiloc
Hacer pedazos,
quemar la tristeza,
rehacerme.
Abrazar mi corazón
Porque
estoy muriendo
de frío.
*********
Teotlac
In cactinimaliztli
Ica yecatl
Pacho
Ihtoa
Mialicaniti ce tlahui
In coxtemic
Al anochecer
la soledad
como agua suave
se arrima
dice
vete a conseguir una luz
para caminar
el sueño.
Conjuro para dejar de soñar iguanas, de Laura Tristán
Yo te ahuyento de los páramos del sueño
que el filo de este sol nocturno te degüelle y
tu sangre tiña los resplandores del alba
crujirá la madre rama en la que la vives petrificada
cesará tu hambre onírica
tus venas glaciares dejarán de ser la cuerda
con la que me estrangulas cada madrugada
bestia noctámbula
portadora de pestes
aléjate de mi sueño
terror primitivo
arañazo en la carne del alma
yo te ahuyento
yo tomo tu cabeza sangrante
y la arrojo a los espejos del alba
yo alimento a la fauna abisal
con tu músculo siniestro
yo cubro con nieve marina
las entradas a mi sueño
yo te ahuyento esta madrugada
y te veo triturada en los engranajes
del disco solar.
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