Durante mi niñez nunca pensé que llegaría el momento de tener que comprender esta pregunta.
Siempre creí que el amor lo era todo y que con amor la vida era mucho más completa para las personas. Crecí ingenuamente, pensando que todo giraba en torno a una pareja, que unida a mí, pudiera crecer conmigo y hacerme inmensamente feliz. Si hubiera sido producto de una película de Disney, tal vez sería normal, pero en ésta vida y en lo real, lo único que aprendí fue, que la soledad sería mi destino. Con o sin ese príncipe azul, que tanto estaba esperando, llegaron los interrogantes de un futuro que nunca llegaría.
Tantos años esperando un cambio en mi realidad, dejando atrás desamor tras desamor, que cuando pude darme cuenta, había cambiado 8 veces de pareja y, aun así, seguía sintiéndome vacía y sin esperanza. ¿Por qué estando enamorada, me seguía sintiendo vacía? Qué formula era la que no encontraba en mi vida y, que otras personas tenían…
Siendo una mujer de gran carácter frente a la realidad del hombre, supe a corto tiempo, que mi soledad sería eterna aun estando acompañada; 8 parejas me lo estaban confirmando y, en cada ocasión, la respuesta era la misma: mi carácter e intuición, los alejaba de mí.
Cada uno era diferente: militares, políticos, obreros, empresarios, vendedor de cupón de la Once y activistas… Variedad de hombres con un único objetivo en común: tratar de sentirme enamorada sin ver sus defectos. Nada convencional en esta sociedad, siempre dispuesta al marketing del amor irracional, donde las parejas son parte de un todo, aunque a veces, se tiren jarrones llenos de remordimientos.
Ahí me veo yo, entre tanta mentira y sus consecuencias, esperando a un Cupido drogado, que quiera flecharme, sin errar de candidato. Otro número más a mi destino que pudiera hacer el efecto de amor verdadero y, para siempre, sin permitir que vea en su interior la falsedad del sentimiento, que muchos desprenden. No vivo en el pecado, porque el mismo pecado, es aquel que se demuestra sin más; en mi defensa la voluntad del saber me hizo cuestionarme quienes eran y por qué entraron en mi vida.
Tal vez la religión de algunos y sus estrictas costumbres religiosas me apartaron de ellos, o tal vez, su fanatismo familiar me hizo alejarme, pero de lo que estoy muy segura es que: cuando se quiere no existen excusas para verte y compartir hasta el mínimo momento y en cada uno de ellos algo faltaba. Unos por fanatismo y otros por religiosos y un único e indiscutible fin: MI SOLEDAD…
No me veo una santa mujer, decir la verdad siempre fue mi virtud y, cuando quise amé y me dejé ser amada, pero el amor es efímero, porque nadie me supo retener a su lado y eso dice mucho de mis exparejas. Hoy me sigo preguntando: ¿Por qué si sigo enamorada, me siento vacía e incompleta, junto a la persona que amo? ¿Qué falla en mí, si él puede ser el indicado…?
A todo interrogante me sigo preguntando: ¿Qué significa el vacío del corazón, cuando aún estamos enamorados?
María Victoria Campos Pérez .
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