Hace varios años, Neil Strauss, en su artículo del The Wall Street JournalDios en los Grammy: los elegidos, escribió:

 "Antes de que fueran famosas, muchas de las grandes estrellas del pop del mundo creían que Dios quería que fueran famosos, que este era su plan para ellos, igual que su plan para el resto de nosotros era no ser famosos. Por el contrario, muchos músicos que he entrevistado, con el mismo talento pero un poco menos famosos, sentían que su éxito era accidental o inmerecido, y poco después salieron del centro de atención."

En las entrevistas que he hecho me he dado cuenta de que esta brecha en la fe a menudo es lo que diferencia a los meramente famosos de los verdaderamente famosos. Puede marcar la diferencia entre lograr lo que es posible y lograr lo que parece imposible.

Esto no quiere decir que cada persona que encabece las listas crea en la voluntad de Dios. Hay un montón de excepciones, pero menos de lo que parece.

 

Puede que después de leer el artículo de Strauss algunos digan que estos músicos deliran si creen que la mano de Dios los escogió para el súper éxito y nos dejó al resto atrás.

Sin embargo, quizá la historia sea más compleja.

¿Y si Dios nos hizo a todos estar en la parte superior de nuestro juego? ¿Y si Dios no se encarga de seleccionar y escoger? Tal vez el creador supremo nos otorgó el poder de ser una estrella y el talento desbordante a cada uno de nosotros. Quizá usted y yo también somos los elegidos.

¿No comenzaría la baja autoestima a desaparecer si aceptamos que el Espíritu divino nos hizo a cada uno de nosotros para ser espirituales, dinámicos e impresionantes?

Estrellas como Lady Gaga, Snoop Dogg y Christina Aguilera pueden haber vislumbrado una vida magnífica, una vida que celebra las cualidades divinas e ilimitadas disponibles para cada uno de nosotros. Lo sepan o no, tal vez su verdadero regalo puede haber sido su obstinada negativa a permitir que un sentido material del talento y la individualidad sofoquen las grandes vidas espirituales que estaban destinados a vivir

“La vida de grandes hombres y mujeres es un milagro de paciencia y perseverancia. Cada astro en la constelación de la grandeza humana, como las estrellas, resalta en la obscuridad para brillar con la luz reflejada de Dios”.— Mary Baker Eddy

Estas palabras de Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana, nos deben animar a todos a apreciar nuestras propias capacidades y las oportunidades de reflexión. Cuanto más consistentes seamos al reclamar nuestras identidades espirituales, más brillará nuestra luz.

Keith Wommack es maestro de la Ciencia Cristiana y sus columnas aparecen en: KeithWommack.com Síguelo en Twitter: @KeithWommack

 

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