Y es simple, no me gusta que un desconocido quiera quedar bien intentando alagar mi belleza, que un desconocido le dé un valor a mi físico o que espere que devuelva el cumplido, que sonría o acepte el roce de sus manos, que me abrace, que lo salude de beso o que cualquier cosa que haga y que yo no acepte deba ser soportado por qué me dijo “hermosa”
Y es que el tema no queda solo en “hermosa”.
Nos dijeron que eso era tener educación.
De niña me dijeron que debía de aceptar que cualquier desconocido me abrazara, a los adultos debía sonreírles y saludarles de beso, ¿en serio?, me enseñaron que por ser mujer la educación, buenos modales y cortesía dependen de que acepte que alguien me toque sin mi consentimiento.
No estoy en contra de la galantería o de ser caballeroso (que finalmente es una vieja práctica machista muy arraigada), tampoco estoy matando el romance, vamos a hacer la diferencia:
Es muy distinto que mi hermano, primo, un amigo y hasta un compañero de muchos años del trabajo se exprese de mi como “querida”, “hermosa”, porque finalmente existe un lazo y una aceptación entre ambas partes (mi aceptación), contrario a que un desconocido SIN MÍ consentimiento se exprese de mi persona como “hermosa”, “chula”, “sexy”.
Un día llegue al gym, el entrenador me vio y me saludo con un “Hola chica sexy”
Tenía muy poco de haber entrado a ese gimnasio, pedí mi cambio de entrenador.
Probablemente estén leyendo esta publicación y crean que exagero, por que a ustedes (amigas o compañeras) sí les gusta, y está bien, pero no a todas nos gusta.
No, no digo que no me gusten los halagos, pero nunca se los he pedido a un extraño, o alguien con el que mi trato es mínimo, profesional o solo nos vemos cada vez en cuanto, no, no les pedí su opinión y no ando por la vida con un cartel que diga “dime hermosa”.
Pero, por qué es una agresión:
- Son valoraciones que hacen de nosotras sin nuestro consentimiento.
- Cosifican, soy (somos) más que apariencia física.
- Forma de control, tener que agradecer el cumplido no buscado.
Cuando me di cuenta de lo molesto que me resultaba que me dijeran “hermosa”, tomé el valor y le dije “no me digas hermosa, mi nombre es Angélica”, nunca van a esperar esa respuesta.
Para los machos alfa o progres que leen este texto y creen que estoy incitando a la violencia, les aseguro que no es mi intención, mi intención es que como los hombres tiene el valor para decirnos “hermosas”, nosotras también lo tengamos para pedirles que no se refieran a nosotras de esa manera, vamos a explicarles.
Merecemos respeto y tenemos un nombre, no somos un adjetivo, un calificativo, una valoración y mucho menos un objeto al que puedan describir a gusto.
Hoy las invito a que digamos “no me digas hermosa”.
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