A veces me pregunto por qué no tengo un trabajo normal. Ya saben, con un horario de oficina, un jefe, un cheque a fin de mes y el sueño perpetuo de ascender e ir juntando días de vacaciones conforme se gana antigüedad. Pero no. Yo tengo una asociación civil y me dedico a buscar mejores condiciones para los jóvenes en México. ¿Por qué lo hago? Fácil: porque soy joven y he visto lo que eso significa. Es vivir una lucha constante por encontrar tu lugar en el mundo, por ser escuchado y tomado en cuenta; es justificarte todo el tiempo y estar siempre teniendo que probarle al mundo que sí puedes. En pocas palabras, es una batalla por masterizar el complejo arte de no ser “chamaqueado”.

 

Los jóvenes en México vivimos una situación que nos limita. La tenemos difícil para encontrar chamba, educación y oportunidades en general.  Y  la razón de todo esto es que “estamos chiquitos”. ¿Qué joven no ha vivido la terrorífica escena de: “No te puedo contratar porque no tienes experiencia”; o la de: “Tu examen no es malo, lo que pasa es que ya no hay lugar”? Así pues, pareciera que la juventud es una enfermedad que se quita con el tiempo. Te vuelves adulto, te curas y, sólo entonces, eres alguien en la vida.

 

Pues bueno, la situación es un poco más compleja de lo que se puede escribir en una columna con caracteres restringidos, pero la idea va más o menos por aquí: dedico mis días de trabajo para buscar espacios en que los jóvenes podamos opinar, crecer, tener oportunidades y ver cómo hacerle para que estemos mejor representados y que en nuestro país existan políticas y programas que nos atiendan a nosotros como un grupo particular, que tiene necesidades puntuales, pero que también tiene una voz y todo lo que se necesita para participar activamente en nuestra sociedad.

 

Actualmente, México tiene la generación más grande de jóvenes que ha tenido en toda su historia. Y suena muy desalentador, pero la realidad es que, si no tomamos cartas en el asunto ahora, el potencial que tenemos como un país lleno de jóvenes se nos va a revertir y tendremos filas y filas de adultos jóvenes sin experiencia laboral, sin preparación suficiente y, básicamente, sin nada que aportar.

 

Esto es de ahora o nunca. Si los jóvenes no hablamos y tomamos acciones en beneficio de nosotros mismos, nadie más lo va a hacer. Esto es urgente y vale la pena. Éstas y algunas otras son las cosas que me contesto cuando me pregunto por qué no tengo un trabajo normal. Luego sonrío y comienzo otro día lleno de retos.

Vistas: 93

Comentario

¡Tienes que ser miembro de Mujeres Construyendo para agregar comentarios!

Únete a Mujeres Construyendo

Contacto

info@mujeresconstruyendo.com

Miembros

¡Sigamos conversando en nuestras redes sociales!

 



© 2024   Creada por Mujeres Construyendo.   Con tecnología de

Insignias  |  Informar un problema  |  Política de privacidad  |  Términos de servicio