Mi Pá.

Ayer sucedió algo que me llena el alma… en el Salón de Consejo del Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso, quienes están hoy en el candelero rindieron homenaje a la trayectoria, aportación y escuela de banqueros que ha forjado mi pá durante su vida… más allá, al caballero impecable que me dio la vida.

Recordaba la que fuera la oficina central con mucho gusto. Me encantó ver que la nostalgia está a la altura del lugar. Y no sólo eso: el protocolo, la atención a todos los detalles y la cordialidad más allá de la pulcritud con que fuimos acogidos.

Estuvieron todos los que debían. Algunos imposible, porque ya se fueron, otros porque de plano no pudieron llegar. Con todo, la energía estaba presente, mandando su gusto desde cerca, de la conchinchina o del más allá… todos andaban por ahí.

Yo sabía que mi pá es un tipazo. Escuchar de otros “Big shots” la gratitud, el respeto, el reconocimiento a la labor de sesenta y cinco años y el cariño de por medio… no sucede tan fácil, no en estos tiempos de globalización descarnada.

Entonces, traigo el gusto en el paladar del homenaje. Vi a tantos personajes (la gramática no me hace caso, pero dos personajes son mujerones) que recuerdo con tanto cariño, que han sido parte de mi propia historia porque de ahí salieron quereres entrañables; mi mentora, “tíos”, amigas, anécdotas…  Familias de las que me siento parte y que me consideran de la familia.

El homenaje fue para mi padre. Con todo mi orgullo, esto fue memorioso, deleitable y apapachador también para mí. Por supuesto; sin sus merecimientos pero con toda la calidez contagiada, comparto el gusto y me regodeo en el cariño que fluyó ayer.

Así: Viejo adorado, una vez más, te amo con tierno amor. Má: sin tu apoyo, sin ti haciendo malabares con nosotros para que todo eso sucediera…  no hubiera sido posible.

Honor a quien honor merece: Pá, Má… los amo. Gracias por ser ustedes y por haberme cobijado aquí ayer, hoy y... muchos años más. ¿Entendieron?

Gracias a la vida… que me los dio a ustedes!