Una maternidad libre y saludable conlleva la prerrogativa que tenemos las mujeres de elegir si queremos que ésta sea o no parte de nuestro proyecto de vida; y en caso de optar por ella, debe ser una experiencia plena, en la cual, de ninguna manera debemos estar expuestas a situaciones de riesgo, ni padecer desdén o abusos.


Al ser el embarazo un proceso lleno de cambios físicos y emocionales por lo que representa que una nueva vida crezca en nuestro interior, para disfrutarlo y lograr que llegue a buen puerto es clave contar con la asistencia, acompañamiento y asesoría médica de profesionales que sepan cuidarnos.


Desafortunadamente, a pesar de ser una etapa única que demanda especial precaución y vigilancia, muchas mamás que acuden ante las instituciones de salud, tanto públicas como privadas, se enfrentan a la falta de acceso a una atención de calidad; a sufrimientos innecesarios; a tratos degradantes; y a actos de negligencia que pueden afectar su bienestar y el de sus bebés.


Este tipo de conductas violatorias a los derechos humanos, especialmente reproductivos o sexuales, se identifican como violencia obstétrica, la cual, de acuerdo con la organización GIRE, comprende aquellas acciones u omisiones realizadas por el personal clínico o de enfermería que puedan causar algún daño en las mujeres embarazadas o en las personas gestantes, ya sea durante dicho periodo, en el parto o en el puerperio.


En nuestro país, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 del INEGI, el 31.4 por ciento de las mexicanas de 15 a 49 años que dieron a luz en los últimos cinco años, sufrió esta forma de agresión. No obstante, es usual que las víctimas ni siquiera la reconozcan, pues no solo está normalizada, sino que les preocupa más que sus recién nacidos y ellas superen cualquier padecimiento.


Las prácticas quirúrgicas invasivas cuando no se requieren; la esterilización forzada; el exceso de medicación; el retraso en las revisiones; la falta de información oportuna sobre los tratamientos; la indiferencia ante el dolor; la negativa o impedimento, sin motivo, para estar con sus criaturas al nacer y amamantarlas; entre otros comportamientos, son manifestaciones de este tipo de violencia.


Ante tan perjudiciales expresiones, es fundamental que México avance en una protección normativa, a nivel nacional, que visibilice esta problemática y garantice que las autoridades sanitarias brinden servicios humanizados y dignos durante la gestación y en las fases subsecuentes; pues sólo 28 de las 32 entidades federativas han emprendido medidas legislativas en la materia.


Que, en estos días naranja, 25 de agosto, y de la Obstetricia y la Embarazada, 31 del mismo mes, nos hagan eco las palabras de la periodista española, Esther Vivas, al decir que la mujer que está encinta “no puede ser considerada un objeto y no se le puede tratar de manera condescendiente, como tan a menudo sucede”, pues su integridad debe asegurarse.

Fuente:

"Maternidad libre de violencia obstétrica", El Heraldo de México, 29 de agosto de 2023, disponible en: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2023/8/29/maternidad-libre-d...

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