¿Escogerías la cena de una persona que no conoces, ante el reto de quedar bien? ¿Cómo sabrías cuál es su platillo favorito, si es alérgica(o) a algún condimento, o si es intolerante a la lactosa?
Cuando cursaba el séptimo grado de la licenciatura, soñadora como cualquier estudiante universitaria, llegué a mi primer clase de Seminario de tesis a encontrarme con mi desconocimiento de el cómo aportar al mundo.
La primera pregunta que me hizo mi asesor en el aula fue: ¿qué es lo qué quieres lograr con tus estudios? “Disminuir la pobreza en México”, le dije.
Lo primero que me explicó, después de una larga y acentuada sonrisa sarcástica, fue que ahí no era lugar para formar salvadores, y que desde mi lugar, jamás lograría disminuir la pobreza de un país entero, nunca con una tesis de licenciatura.
Desde entonces comencé a cuestionarme más, a ser más severa y crítica con lo que buscaba alcanzar con cada uno de mis objetivos. Y es que buenas intenciones podemos tener todos, pero tan cierta es la frase: “de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno”, como limitante es el no construir proyectos con metodologías concretas y especificas.
Cuando hablamos de lograr avances en el desarrollo de la sociedad, nos enfrentamos a barreras culturales, socio económicas, y a múltiples factores que deben contemplar estrategias focalizadas y sectorizadas, así como planteamientos específicos a partir de diagnósticos.
En la administración pública, es y debe ser el primer paso de todo gobierno, construir un plan estratégico derivado de estudios que conlleven a conocer todas las variables determinantes en la sociedad a la que se deberá durante su mandato (cómo son a quienes gobiernan, qué necesitan).
Tomar protesta ante un cargo público, incluye todo, todas las deficiencias (devenidas o no de una administración anterior) y todas las bondades a explotar para hacer efectivos los recursos y tiempos con los que se contará.
Planteo mi experiencia escolar sin afán de partir de la subjetividad de una anécdota personal, si no para asentar que es desde la escuela, donde se enseña a razonar lo que mínimamente debe realizar cualquier gobierno para gobernar, y se basa en la aplicación de metodologías.
Y entonces, ¿dónde queda la profesionalización de quienes nos gobiernan? ¿Es acaso un cargo menor llevar las riendas y la administración de los recursos de un municipio, de un estado, o de una nación?
Es realmente preocupante que en la actualidad los índices de drogadicción, de violencia e inseguridad cada vez van más en crecimiento, en nuestros municipios y estado. A nivel nacional, la pobreza es un problema que ha ido en aumento, aún la fallida “Cruzada contra el hambre”. Y lo más preocupante es que todos y cada uno de los problemas que atañen a la sociedad tienen financiamiento público, es decir, la misma sociedad financia las estrategias para su solución.
En este mismo sentido, vemos el nacimiento de programas de gobierno como moda política, estrategias lineales que nunca se intersecan, y que se desechan en el fracaso de estadísticas rojas que afectan la imagen pública de sus gobiernos.
Algo que está realmente claro, es que la misma sociedad civil está cada vez más exigente de que se rindan cuentas claras, así como de buscar se establezcan y afinen los mecanismos para el seguimiento y fiscalización de los recursos públicos.
No cabe duda que la sociedad en su conjunto tiene un reto enorme que debe perfilarse en un objetivo común, trabajar desde su ámbito para empujar las políticas públicas que nuestros gobiernos deben implementar.
Como sociedad civil somos parte fundamental, pero no todos ni todas tenemos las capacidades, el interés, ni las circunstancias para trabajar en el ámbito de lo público. Sin embargo, irnos conformando, sumando y representando, nos permitirá contar con la voz para señalar fuerte lo que no se está haciendo, y de establecer en conjunto metas cortas que vayan construyendo un panorama más alentador.
Dulce María Esquer Vizcarra
Artículo publicado en Revista Mujer y poder. Ed. Julio 2017 www.mujerypoder.com.mx
Sobre la autora: Mtra. en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas, por El Colegio de Sonora. Ex Coordinadora Estatal del Programa PAIMEF para prevenir y atender la violencia contra las mujeres. Colaboradora y ejecutora de distintos proyectos sociales y de estudios de género. Actualmente asesora en la Comisión para la igualdad de género en el Congreso del Estado.
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