Los fabulosos 20
Hace apenas cien años… hace ya cien años: ¿qué tanto hemos caminado?
La Primera Guerra Mundial le abrió espacio a las mujeres en los medios de producción. No fue generosidad sino estricta necesidad: los hombres morían en las trincheras desde todos los frentes y alguien se tenía que ocupar de producir desde telas hasta balas. Resultó que las féminas podían hacer la tarea igual de bien y seguir al frente de casa, comida y sustento de hijos aún sin marido, padre o hermanos al lado. Algo, por lo menos esa noción, cambió.
Las estrecheces de la post-guerra aunadas a esa seguridad adquirida acortaron las faldas, botaron los corsés y trajeron moda suelta y cómoda, melenas fáciles de acomodar una misma y cierto destrampe a las mujeres europeas y americanas.
Acá en México seguíamos en revoltijos revolucionarios que también hicieron lo suyo con nuestras bisabuelas. La mía anduvo de hacienda en hacienda con su nutrida progenie (se le juntaron 21 hijos vivos) mientras el bisabuelo las administraba y de tiro por viaje se quedaba del otro lado de la frontera cerrada llevando títulos de bienes y oro a los dueños en el exilio. Esa bisabuela mía, tan dulce e inofensiva, se llegó a disfrazar de “indita” (totalmente incorrecto decirlo hoy en día) para sustraer documentos de la casa de algún hacendado que habían hecho cuartel.
A nuestras antecesoras les nombraron adelitas… pero también eran bragadas con toditos los calzones.
Mucho gracias a las novedades europeas, otro tanto a Vasconcelos (a la Modotti, a la Rivas Mercado, Fridita y todas ellas que vinieron con ello) las mexicanas también vamos entendiendo que somos más que la luz sufriente del hogar… ¡porque se podía serlo!
Cien años… tantos y tan pocos. ¿Dónde estamos paradas hoy?
Con la falda tan larga o tan corta como estemos dispuestas a “dar tentaciones”.
Con el corsé interno juzgando sin piedad nuestro cuerpo o juventud.
Con la certeza de que somos estupendas y batallando el doble por menor salario.
Con el convencimiento de que podemos caer y rebotar con gracia, de que lo aprendido no desaparece, de que somos la mitad del mundo y vamos teniendo voz… aunque haya que hablar fuerte.
Porque seguiremos diciendo.
Estos serán los nuevos fabulosos 20`s Claro que sí.
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