Por Verónica Torres Tinajero
“El mundo es un libro y aquellos que no viajan,
tan sólo leen una página” San Agustín
Cuando viajamos, leemos; cada viaje representa infinidad de lecturas, diálogos con el mundo, los paisajes, la gente que nos rodea y cada uno de los espacios que a nuestro paso vamos descubriendo. Cuando viajamos, experimentamos cosas nuevas, aprendemos, nos abrimos a infinidad de posibilidades, probamos nuevos sabores, olores, texturas.
Cuando viajamos, nos reinventamos, escapamos. Cuando viajamos leemos y cuando leemos, viajamos a una realidad que se nos presenta, en la que cada personaje toma vida al pasar de nuestros ojos por cada línea, en la que las vidas de los que leemos avanzan o se detienen a nuestro propio ritmo.
Por eso leer y viajar son dos acciones sumamente relacionadas que nos liberan y nos descubren partes del mundo inimaginables. Nos liberan, quizá, de duras realidades que vivimos, pueden ayudarnos a evitarlas, a escapar momentáneamente de ellas, pero también nos liberan en el sentido literal de la palabra, nos proporcionan conocimientos que nos hacen crecer personalmente y cuestionar e inquirir acabando con conformismos y actitudes pasivas.
Ahí precisamente está la clave en el desarrollo de una persona, una comunidad y un país, del mundo: en leer para viajar, en viajar para leer. Si lees, viajas, imaginas, adquieres una capacidad de soñar, de cuestionar, de no quedarte sin respuestas, de no aceptar la realidad así nada más, sin negociar ni discutir. Si viajas, lees rostros, paisajes, actitudes que te conforman y te perfilan en la forma de ser y pensar.
Leer y viajar son, también, formas de evasión, de recreación o abandono momentáneo. Estas mágicas actividades permiten escapar de la mismidad y costumbres fijas; permiten respirar, inhalar y exhalar todo lo que la rutina misma ha impregnado en nuestra vida; si leemos/viajamos, podemos despabilarnos de ese ensimismamiento y acercarnos a otras culturas, a otras tradiciones.
Si lees viajas, si viajas, lees. Puedes leer mientras viajas, llevando un libro o puedes viajar mientras lees, a lugares tantas veces descritos en mágicas historias, imprevisibles. No hay como la sensación de sentirte extranjero en un lugar o en un libro que no conoces y a través del cual vas avanzando.
Leer/viajar implica dialogar porque no sólo leemos libros sino paisajes, personas, ambientes, sentimientos y es precisamente ese diálogo con ellos lo que enriquece nuestra manera de ver las cosas, lo que nos proporciona, justamente, la oportunidad de ser libres y no encasillarnos en los roles predispuestos por la sociedad, a través de las instancias de gobierno, religiosas y recreativas.
Si leemos/viajamos llegaremos a ser más libres: se ensancha nuestro vivir, porque amplia nuestras vidas con la inteligencia y la sensibilidad de los demás.
Si tuviéramos más bibliotecas en nuestras ciudades, más posibilidades de viajar y más libros en nuestras casas, nuestra sociedad llegaría a ser más culta, más democrática y más libre, pero sobre todo, más feliz.
http://i-elanor.typepad.com/casadelarbol/2010/03/leer-es-viajar-al-...
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