Las arraigadas costumbres —cuyo peso pareciera incuestionable, aun y cuando sean sexistas— siguen asignando, a las mujeres, roles romantizados con base en el género, como es el de velar por las labores de cuidado.

Bajo el falso argumento de profesar un “amor incondicional”, las madres deben atender la casa; las niñas tienen que estar pendientes de sus hermanos; y las hijas encargarse de sus padres para cumplir con el papel que se asume nos toca cubrir, disponiendo de nuestro tiempo.

Según la ENUT 2019 del INEGI, nosotras destinamos en promedio 30.8 horas a la semana a actividades domésticas no remuneradas, y 12.3 horas de asistencia a integrantes en el hogar; mientras que los hombres sólo dedican 11.6 y 5.4 horas, respectivamente.

Por lo general, tales tareas se realizan sin ninguna retribución y, en muchas ocasiones, de manera adicional al trabajo asalariado que se tenga; situación que no solamente limita la obtención de otros ingresos, sino que fomenta una doble jornada, además de dificultar los espacios de esparcimiento o de estudio, así como la inclusión en los mecanismos formales de protección social.

Cabe destacar que estos quehaceres no sólo tienen un impacto familiar, sino colectivo, pues desde los años 70 una de las corrientes feministas visibilizaba su importancia para la generación de riqueza, nombrándolos como “la economía del cuidado”, la cual, aunque pareciera que contribuye de forma “imperceptible”, sí conlleva beneficios monetarios.

Tan es así que, de acuerdo con la Secretaría de las Mujeres capitalina, cada mexicana, de 12 años y más, aporta alrededor de 71 mil 524 pesos al año por la realización de estas caseras encomiendas, mismas que, según la Cuenta Satélite del Trabajo no Remunerado de los Hogares en México de 2021, representan el 26.3% del Producto Interno Bruto superando, incluso, al comercio (19.6%), la manufactura (18.1%) o los servicios educativos (3.6%).

Ante la necesidad de redistribuir y resignificar este tipo de obligaciones para responder a la realidad actual, resulta indispensable establecer un marco jurídico que asegure la cobertura de estos sistemas, favoreciendo nuestro desarrollo.

En el Congreso de la Unión se han dado pasos al respecto, al haberse presentado dos iniciativas para la creación de una legislación en la materia, que garantice nuestras libertades mediante la construcción de entornos de corresponsabilidad familiar.

Como afirma Silvia Federici, activista e investigadora italiana, no debemos olvidar que, si nosotras paramos, entonces todo se detiene; pues sostenemos, cuando menos, arriba del 50% de nuestro país, por el simple hecho de representar poco más de la mitad de su población.

Por ello, en el marco del Día de la Mujer Mexicana, 15 de febrero, seamos sensibles a la inequidad persistente en este rubro, en el que nos compete a todos intervenir, y entendamos que, sin nuestra participación, el mundo no se mueve.


Fuente:

"Labores de cuidado, roles romantizados", El Heraldo de México, 27 de febrero de 2024,disponible en: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2024/2/27/labores-de-cuidado...

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