La particular lucha de las mujeres en Sudáfrica. Columna Invitada

Imagen: bstrust.org

“Golpea a la mujer, y golpeas la roca” ( Winnie Mandela).
La “particular” lucha de las mujeres en Sudáfrica.

Por: Ana Luisa Fajer y Lourdes Zozaya


Las mujeres en Sudáfrica comparten las reivindicaciones de la mayoría de las mujeres en el mundo, pero se diferencian sustancialmente de éstas debido a las muy peculiares condiciones en las que se vieron obligadas a luchar.


El andamiaje legal del régimen del apartheid, bajo el cual se clasificó a la población en negra, blanca, “colored” e india; se estableció un sistema de pases para segregar a las personas, controlar la urbanización y el trabajo migrante; y, se creó la Ley de Tierras que prohibía a las personas negras adquirir tierra que era propiedad de la población blanca, entre otros, fue determinante en la orientación de las batallas que libraron las mujeres en los años del desarrollo separado en Sudáfrica.


Si bien en la primera década del siglo XX, las mujeres africanas y afrikaans (blancas) se organizaron alrededor de causas comunes, en la medida en que los movimientos de liberación fueron surgiendo y fortaleciéndose, sobre todo el Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés), el Frente Democrático Unido, el Partido Comunista Sudafricano y el Congreso Panafricano, las mujeres negras se involucraron gradualmente en la lucha contra el estado afrikaaner desde distintas trincheras. En un principio, el ANC no permitía la participación de las mujeres en sus filas, mientras que, en contraste, las mujeres afrikaans habían logrado el derecho al voto desde 1930.


De 1920 hasta la década de los noventa, se llevaron a cabo numerosos movimientos de mujeres en Sudáfrica. Todos ellos reivindicaban la lucha por la liberación. Cuando en 1963 el gobierno sudafricano proscribió al Congreso Nacional Africano y encarceló a Nelson Mandela, junto a otros líderes del movimiento insurgente, mujeres como Lindiwe Sisulu, por ejemplo, ex canciller y actual ministra de asentamientos humanos, agua y sanidad, y más importante aún, hija de Walter y Albertina, compañeros de lucha de Winnie y Madiba, como cariñosamente se llamaba a Mandela, se unió a la lucha armada desde el exilio.


Cuando las mujeres se reunieron el 17 de abril de 1954 para formar la Federación de las Mujeres Sudafricanas y adoptaron la “Carta de las Mujeres”, articularon con claridad lo siguiente:


“…..nosotras las mujeres, compartimos con nuestros hombres los cuidados y las angustias que nos impone la pobreza y sus males. Como esposas y madres, debemos estirar el salario. Somos nosotras, las que sentimos el llanto de nuestros hijos cuando tienen hambre y están enfermos…Tenemos el deber de cuidar de nuestros hijos y de la tierra, cuando nuestros esposos se han ido a las minas, a las granjas y a los pueblos a ganarse el pan”.


Hoy, la lucha es distinta. La aceptación universal del principio de igualdad de género, tanto como valor constitucional formal, como imperativo político, coincidió con el inicio del postapartheid. La reflexión sobre la igualdad de género comenzó en Sudáfrica a partir del desmantelamiento del apartheid y las desigualdades que le servían de fundamento. En 1994 se celebraron las primeras elecciones democráticas, y en 1996, se escribió una nueva Constitución junto con la cual, se estableció una Comisión para la Igualdad de Género.


La nueva Constitución sentó las bases del funcionamiento social: respeto a los derechos humanos, aparato legal no sexista y no racista, igualdad, dignidad humana y libertad. En 1997 se creó una Oficina sobre el Estatus de las Mujeres y el principio de transversalidad. La contribución de las mujeres en la reconstrucción post-apartheid y su participación en la redacción de la Constitución, fueron clave para el establecimiento de un sólido andamiaje.


Si bien existe una base legal consistente y existen avances importantes en lo formal, estos aún no se reflejan plenamente en la realidad de todas las mujeres. Las mujeres en Sudáfrica continúan enfrentando retos significativos, que, en su mayoría, son comunes a los que enfrentan las mujeres en todo el mundo. Estos incluyen, discriminación; pobreza; falta de oportunidades laborales; no acceso a la educación ni a servicios de salud; alto índice de casos de VIH; baja participación en la economía y en las posiciones de toma de decisiones; y, violencia de género. En particular, ésta última ha alcanzado cifras alarmantes en el país africano, al grado de haber sido señalada por el presidente Cyril Ramaphosa como una segunda pandemia. Se estima que la violencia de género en Sudáfrica es cinco veces mayor que el promedio mundial.


Lo que hace única la lucha de las mujeres sudafricanas en la era post-apartheid, es la desigualdad y la división racial, que de facto prevalece, a pesar de las bases legales con las que cuenta el país para prevenirlas. Las oportunidades que actualmente tienen las mujeres blancas, las de ascendencia india, las mujeres “coloured”, y las mujeres negras, son totalmente distintas. Durante la época del apartheid, las mujeres negras se vieron obligadas a desplazarse a las zonas rurales para vivir de la tierra. Ellas siguen siendo hoy el grupo más vulnerable entre las mujeres. Ellas enfrentan, además, el reto adicional de vivir en comunidades en las que las costumbres y tradiciones se basan en estructuras patriarcales con prácticas que no privilegian la igualdad entre hombres y mujeres.


La desigualdad en los ingresos laborales aún persiste, siendo Sudáfrica uno de los países con la mayor brecha salarial de género en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial del Trabajo. Esta situación es aún peor para las mujeres negras que se ven forzadas a trabajar en la economía informal, porque difícilmente tienen acceso al mercado formal.
Las mujeres en Sudáfrica, venciendo obstáculos, continúan luchando para construir una nación en la que imperen la justicia y la igualdad. Sobre la marcha de las mujeres en Pretoria en 1956 se dijo que ellas “habían demostrado una vez más que el estereotipo de que las mujeres son políticamente ineptas e inmaduras y que pertenecen al hogar, es anticuado e inexacto.” Más de sesenta años después, esta frase sigue siendo pertinente.


Finalmente, se está reconociendo el papel central de las mujeres en la historia de Sudáfrica. Es admirable el número de mujeres que forman parte de la política nacional, situación que lo ha colocado entre los países con el mayor número mujeres en puestos de liderazgo político. Desde 2019, la mitad del gabinete está conformado por mujeres; el 46% del Parlamento está integrado por mujeres, el 55% del electorado en las elecciones presidenciales de 2019, fueron mujeres. Además, áreas como la investigación y la ciencia también han visto un incremento sustantivo de participación de mujeres.


Sin duda, el reto más grande para las mujeres de Sudáfrica en los próximos años será lograr la completa y efectiva implementación de los principios contenidos en la Constitución y otras leyes que conforman el andamiaje institucional del país. Sólo así, se conseguirá atender de raíz los problemas estructurales que enfrentan las mujeres sudafricanas. Así habrá justicia social; se erradicarán la división racial y la discriminación; se ofrecerán las mismas oportunidades para todas las mujeres; se garantizará la educación universal; se hará justicia a las víctimas de violencia de género; y, se logrará la independencia económica de las mujeres y su empoderamiento.


Las mujeres en Sudáfrica deberán unirse para enfrentar exitosamente los retos que enfrentan y deberán buscar alianzas, entre ellas mismas, pero también con el gobierno; con el liderazgo político y religioso; con la sociedad civil; con el sector privado; con la academia; y, con mujeres más allá de sus fronteras.


Afortunadamente, esas alianzas se encuentran en constante construcción y las nuevas generaciones de mujeres en el país están cada vez más conscientes de su importancia. Un ejemplo de este tipo de iniciativas para mejorar las condiciones de las mujeres a nivel internacional en la que Sudáfrica participa, es la Coalición para la Acción sobre Justicia y Derechos Económicos del Foro Generación Igualdad, de la que México también es parte.

Notas de pie de página:

1. Cejas, Mónica Inés. “Mujeres y ciudadanía en las agendas nacionales de México y Sudáfrica. Marcos normativos para la equidad de género” en: Revista Mexicana de Política Exterior, mayo-agosto 2019, pp 110-111.

2. South African History. “The 1956 Women’s March, Pretoria, 9 August”, marzo de 2011. Disponible en https://www.sahistory.org.za/article/1956-womens-march-pretoria-9-a...

3. Electoral Commission of South Africa. “Electoral Commission hands over list of elected representatives to the Chief Justice of South Africa”, 15 de mayo de 2019. Disponible en https://www.elections.org.za/content/About-Us/News/Electoral-Commis...

4. “South Africa: Gender and Elections” en Gender Links for Equality and Justice. Disponible en https://genderlinks.org.za/what-we-do/sadc-gender-protocol/advocacy...

Sobre las autoras:

Ana Luisa Fajer Flores
Embajadora de México ante Sudáfrica y 11 países del sur de África. Es diplomática de carrera desde 1993. Ascendió al rango de Embajadora del Servicio Exterior Mexicano en marzo de 2018. Se graduó de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México; cuenta con una maestría en estudios de África por El Colegio de México, y tiene estudios de Doctorado en Sociología de la Universidad de California, Santa Cruz. En la Secretaría de Relaciones Exteriores ha sido Directora General para África y Medio Oriente y Directora General para América del Norte. Fue Cónsul de México en Minnesota y Jefa de Cancillería en la Embajada de México en Estados Unidos.

Lourdes Zozaya

Es encargada de Cooperación, Asuntos Culturales y temas de género en la Embajada de México en Sudáfrica. Es miembro del Servicio Exterior Mexicano desde hace 10 años. Cuenta con una maestría en Seguridad Internacional por la Universidad de Leicester (Reino Unido) y una Licenciatura en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). Anteriormente estuvo adscrita a la Embajada de México en Austria, donde se desempeñó en el área multilateral, estando encargada de la representación ante la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCEN) y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), además de los temas multilaterales de género y la relación bilateral con Eslovenia. Sus áreas de interés incluyen el desarme nuclear, las mujeres en la diplomacia y la seguridad internacional. 

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