La burla genérica por Carlos González Martínez

Engaño, trampa, simulación, mentira, oprobio, todo ello podrido como bodrio engendrado en el escarnio esperpéntico de la burla más soez por chafa, vulgar y siniestra. Inequívoca muestra de nuestra decadente incongruencia o, quizá peor pero mejor dicho, de nuestra endémica incapacidad para construir un país mejor; de nuestra lastimera afición por corrompernos en la histeria de un país real que no es el legal y, por lo visto, no quiere ni puede serlo. Más aún porque son las propias víctimas las que cometen el crimen.

Así o más claro puede apreciarse el perverso y pervertido espectáculo que acaban de ofrecernos una decena de dizque diputadas federales que, a penas protestando su cargo, han pedido licencia para dejar en su lugar a sus varones suplentes, varios de ellos familiares y hasta uno que otro marido vividor. Espeluznante, simplemente espeluznante demostración de barbarie y cínica estupidez. Si ya antes habíamos sentenciado que la estupidez misógina es absoluta, ahora debemos aceptar que, sin embargo, puede además hacerse total y ominosa.
Si hay faltas de respeto absolutas, totales y ominosas a la lucha civilizatoria por la equidad de género, ésta sería una de las primeras de la lista. Burla a la conciencia cívica, burla a la dignidad que se quiere empoderar de las mujeres, burla a las batallas legales e institucionales que se han librado para hacer de éste un país más decente, más vivible, más respetable. Burla, simple y atroz burla de género: burla genérica que no deberíamos seguir aceptando ni en éste ni en ningún otro caso que nos escupa en la cara la incongruencia del discurso dizque democrático de los políticos y las políticas que nos sumen en la vergüenza de habitar un país que no deseamos, que ya no nos gusta, que queremos y estamos cambiando.
Esas mujeres fueron candidatas atendiendo la acción afirmativa legal que dispone que las listas de candidat@s a diputad@s deben observar una, por lo visto, muy frágil equidad de género. Pero lo fueron solo para engañar en la intención que fueran sus suplentes varones y no ellas quienes ejercieran el cargo para el que habían sido electas. Mujeres carne de cañón, mujeres desprovistas de lo más preciado de la dignidad: conciencia y convicción. Prostitución política y degradación de género, de ambos.
Penosa, impresionante, vergonzosa demostración de lo mucho que nos falta para ser una colectividad democrática con una cultura cívica de a de veras. Pero al mismo tiempo vigorosa, poderosa y entusiasmante convocatoria para darnos cuenta de lo mucho que todavía queda por hacer. Pobres de ellas y ellos: sólo se empantanan en su miseria y lodo. No nos engañan, ya no; sólo se burlan de sí mism@s. Nosotr@s vamos decidid@s, sin jugar pero alegres, con paso firme y consistente. Un día ya no nos sorprenderán.


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Carlos González Martínez, politólogo y editor del blog: Ciudadano Andante (http://ciudadano-andante.blogspot.com)

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