Esta semana se celebró el Día de la madre, cuya conmemoración inició en 1922 promovida por el Excelsior y con el tiempo fue tomando importancia. Para los 40’s se convocaba a tres concursos diferentes: poema infantil; premio a la madre prolífica, es decir, la mujer con más hijos vivos; y a la primera que diera a luz ese día. Sin embargo, el inicio de la celebración no fue genuino, pues desde 1915, durante el Primer Congreso Feminista de México, celebrado en Yucatán, se comenzó exigir el derecho al voto de la mujer, a la educación, trabajo, acceso a la información para el control de natalidad, etc. y en febrero de 1922, Esperanza Velázquez hizo eco a la ideas de Margaret Sanger sobre el control de la natalidad que se habían comenzado a propagar mediante la revista de Sanger The Woman Rebel desde 1914. De tal forma que el enaltecimiento de la figura materna fungió como la contra-campaña y desincentivo a estas exigencias.

Más adelante, en 1952, la importancia de la maternidad se utilizócomo argumento para negarle el voto a la mujer. Aunque, cuando por fin se modifica el artículo 34 Constitucional en 1953, para justificar el otorgamiento del derecho al voto, se apela a los atributos femeninos, pues la mujer que es

“[…] ejemplo de abnegación, de trabajo y de moral, debe recibir estímulo y ayuda para su participación creciente en la vida política […]” *

y por supuesto, también la labor más noble de toda mujer: ser madre, formó parte el argumento:

“Considerando que la mujer mexicana, generosa y desinteresadamente ha prestado su valiosa aportación a las causas más nobles, compartiendo peligros y responsabilidades con el hombre, alentándolo en sus empresas e inculcando en sus hijos los principios morales que han sido un  firme sostén de la familia mexicana. […]” *

Hoy a 100 años del Primer Congreso Feminista en México y a poco más de 60 años del otorgamiento del derecho al voto, seguimos vinculando la idea de mujer con madre, y sí, las madres mexicanas son personas sagradas y el 10 de mayo es el día en que se reconoce su labor[1], pero ¿a qué madres? ¿a todas? No, un día antes de la celebración, GIRE y otras 26 instituciones organizaron el Tribunal Simbólico en el que varias mujeres denunciaron las situaciones de violencia obstétrica que han sufrido y justo el 10 de mayo, por quinto año consecutivo, las madres de personas desaparecidassalieron a marchar (imposible no pensar en los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el reporte elaborado por el GIEI). Tampoco podemos olvidar que hace menos de un mes, miles de mujeres, de las cuales algunas eran madres, salieron a las calles bajo el lema “Vivas nos queremos” denunciado varios tipos de violencia que sufren las mujeres, desde acoso callejero hasta los feminicidios y aquí cabe preguntarnos ¿a quiénes se les hace justicia? ¿para quién existe la Justicia? Recordemos también la celebración del día de la mujer que en muchos lugares termina siendo otro día de la madre, porque lo más bello y trascendente  que puede hacer una mujer es dar a luz y llenar de amor a sus hijos y al mundo pues tienen el don intrínseco de la maternidad, incluso cuando no son madres (¡ja!).

Estamos celebrando el día de la madre en un México en el que muchas son madres adolescentes, en donde la pobreza esta relacionada con las muertes maternas, en donde las mujeres indígenas sufren de discriminación al recibir —si reciben— atención médica, en donde ser madre soltera es un reto y no basta con un “¡felicidades a esas madres que luchan día a día por sacar a sus hijos adelante!”. Lo que necesitamos es un sistema que les permita desarrollarse plenamente, sin necesidad de elegir entre su vida profesional y familiar. Celebramos este 10 de mayo sin reconocer que muchas mujeres son madres porque no han tenido otra opción[2].

No digo que este mal o que no sea lindo regalarle flores a su mamá, llevarla a comer, comprarle cosas que le gustan (quienes le regalaron a su mamá cosas para la casa, deberían de preguntarse qué significa para ustedes una madre ¿es sólo alguien cuya función es hacerte de comer y limpiar la casa o es una persona?). No digo que no debamos detenernos a reconocer su labor, pero el mejor regalo que le podemos hacer, no sólo a las madres sino a todas las mujeres, no se puede dar en un sólo día, y ese regalo es luchar porque cada mujer elija libremente ejercer su maternidad o no, sin recibir ningún tipo de reproche social; y en caso de querer tener hijos que no se enfrente a la disyuntiva entre familia y trabajo; que si es madre soltera, ella deje de ser una luchadora, una gran mujer, una mujer excepcional. Dejemos de justificar la ineficiencia del sistema mediante el enaltecimiento de la madre, hagamos un sistema en el que las mujeres con hijos puedan desempeñarse sin problemas, sin enfrentar nada ni a nadie; un sistema en el que puedan vivir como personas, no como seres excepcionales.

Esta fecha debe de servirnos para reflexionar sobre las circunstancias en las que viven las madres, los obstáculos que enfrentan y preguntarnos si queremos que siga siendo así. Resignifiquemos esta fecha, hagamos del 10 de mayo algo más que un festejo, sí, reconozcamos la labor de las madres, regalémosles flores, pero además reflexionemos y comencemos a trabajar para que las mujeres puedan ejercer libremente su derecho a decidir, pues mientras se les siga forzando a ejercer la maternidad, mientras sean discriminadas, mientras vivan en la pobreza, mientras sean adolescentes, mientras hayan sido violadas, mientras sigan siendo unas luchadoras: mientras ser madre sea un sacrificio, no estaremos celebrando un verdadero el día de las madres.


[1] Valga este punto para reconocer que las funciones asignadas a quienes tienen el status de madre no son sólo del cuidado (en sentido amplio: amor, alimentación, ayuda…) de los hijos; sino también del hogar. Lo que nos hace pensar ¿cuántas personas ayudan a cumplir con todos estos cuidados sin ser La madre?

[2] Aprovecho esto para preguntar a quienes se oponen al aborto: ¿Creen que penalizar el aborto evita que las mujeres lo hagan? En caso de que su respuesta sea sí, quiero plantear la siguiente pregunta ¿La maternidad es más importante que la vida de la mujer? Si apelan al bienestar del menor y su derecho a la vida me gustaría saber ¿qué con el bienestar de la madre? ¿qué con su derecho a la vida? En mi caso, la respuesta a ambas preguntas es negativa, porque penalizar el aborto es una medida que no plantea soluciones, pero sí constituye un obstáculo para enfrentar el problema; pues, la práctica se desarrolla(ría) de manera clandestina poniendo en riesgo la vida de las mujeres. Ahora, respecto al derecho a la vida, la Corte Interamericana resolvió que “[…] el embrión no puede ser  entendido como persona para efectos del artículo 4.1 de la Convención  Americana. […] Además, es posible concluir de las palabras “en general” que la  protección del derecho a la vida con arreglo a dicha disposición no es  absoluta, sino es gradual e incremental según su desarrollo, debido a que no  constituye un deber absoluto e incondicional, sino que implica entender la  procedencia de excepciones a la regla general.[…]” (párrafo 264).

El derecho a decidir sobre el propio cuerpo, no es promover el aborto, es promover la maternidad voluntaria, es darle a las mujeres espacios seguros para abortar: es proteger su vida. Las personas que se oponen al aborto deberían de concentrarse en responder ¿por qué abortan?, deberían de analizar el marco de pobreza en el que se encuentra muchas mujeres. La manera de reducir la tasa de abortos no es prohibiéndolo, sino creando un contexto que no desincentive o dificulte a las mujeres ejercer su maternidad.

(Les recomiendo el vídeo de Niñas y Mujeres sin Justicia: Aborto)

* Ambos fragmentos fueron citados de aquí, p.35.

Este texto lo publiqué originalmente en mi blog

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