Hace exactamente ocho dás, hice una propuesta con una de mis nietas.
Quedamos que nos daríamos este plazo para volver a escribir algo: una entrada, un mensaje, unas palabras que rompieran ya este mutismo, en que hemos caído.
Entiendo ahora, que esto fue una maniobra muy sutíl de su parte, para impulsarme, para empujarme, para obligarme a volver a entrar a mi blog de Abuela, Abuela. En una palabra, que volviera a abrir la boca, que volviera a abrir el canal de comunicación que cerré, que volviera a abrir mi mente y mi corazón y dejara salir lo que pienso, lo que siento. Ella, en verdad, es la persona más extrovertida y no necesitaba este impulso, caí en sus redes.
Por eso estoy nuevamente aquí. Nuevamente, ¡¡como nueva!!, así me siento, como si volviera a renacer. A lo largo de mi vida, siempre tuve a mi lado un cuaderno y un lápiz . Y jamás faltó tiempo y espacio, para escribir, para expresarme. Ultimamente no me falta la pluma junto al teléfono -ahí siempre encontraré una- pero solo para apuntar un número, una dirección, un nombre.
Me estoy proponiendo volver a creer que mis palabras tienen un valor. Me lo repetiré día a día, hasta convencerme. Esta es la propuesta conmigo misma. Haré caso a Claudia, mi hija, que repite hasta el cansancio, que un pensamiento no dicho y no escrito, es solo un ¨algo¨ que no existe.
Hasta la próxima.
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