Eran las 11:10, el cielo se mostraba azul muy brillante y un sol ya abrasaba desde lo alto. Ahí estábamos de nuevo, listxs para empezar a gritar nuestro enojo, dolor, tristeza y también para reafirmar nuestros lazos fraternales como personas, como mujeres, como hombres, como feministas, como humanxs. Iniciaba la marcha “Llenemos de Cruces Chimalhuacán en Memoria” la cual pretendía alzar la voz contra los feminicidios impunes que se llevan a cabo en aquel municipio, en el Estado de México, en México, en América Latina y el Mundo.
La Presidenta municipal, Rosalba Pineda Ramirez, llego a la presidencia del susodicho municipio en el año 2016, candidata por el Partido Revolucionario Institucional. En las calles se observan paredes que felicitan, por parte de diputadxs priistas, su “enorme trabajo por Chimalhuacán”. Un trabajo resumido en impunidad, violencia, marginación, corrupción, ignorancia y mediocridad. Rosalba es la primera mujer en llegar a la presidencia de Chimalhuacán, poco antes de asumir el gobierno de ese municipio sufrió un atentado de 7 disparos hacia su zaguán cuando recién llegaba a su casa. Tal parece que se le ha olvidado lo que es ser violentada, atentada, puesto que arranco las cruces que simbolizaban la lucha contra el feminicidio. En ese mismo municipio habitan 525 639 personas de las cuales 266 896 son mujeres, y ¼ de los hogares están liderados por una jefa de familia. ¿En qué convierte el PRI a las personas en cuenta llegan al poder?
Entre la multitud se miraban unas a otras con ojos de felicidad, orgullo, con ánimos de ser escuchadas, libres, teníamos sed, pero no de venganza, sino de justicia, ahí íbamos alentando la marcha canto a canto, mensaje tras mensaje, baile tras baile. Todxs juntxs gritando
¡Eruviel feminicida, te tenemos en la mira!
¡Verga violadora a la licuadora! (de mis canticos favoritos)
¡Ante la violencia machista, autodefensa feminista!
¡Vivas se las llevaron, vivas las queremos!
¡Arrancaron nuestras cruces, sembraron nuestra rabia!
Destacaban Irinea Buendia y Norma Andrade, líderes de la marcha del día de hoy. Tuve el agrado de conocer a Irinea ¡Por todos los cielos, que fuerza de esa mujer! No sé cómo puede seguir luchando, como sigue de pie después de todo el viacrucis que ha tenido que recorrer y por lo que le falta, su fuerza y deseo de que se haga justicia por el asesinato de su hija es increíble, es admirable. No sé cómo le quedan sonrisas en su rostro pero esas sonrisas contagian a lxs demás a unirnos a su lucha. Me pregunto si mi madre lucharía por mí de la misma manera cómo Irinea lo hace por su hija, supongo que sí, lo haría ella, todas las que han sido burladas y calladas por una injusticia, lo haría cualquier persona por una persona querida, lo haría yo, lo tenemos que hacer. “La Megacruz «es el símbolo de la memoria de nuestras hijas asesinadas»: Irinea Buendía –le dice a un reportero-.
Todo salió como se esperaba, se recolocaron las cruces cerca del canal del rio negro donde aparecen cuerpos de mujeres mutiladas, desnudas y por supuesto asesinadas. Pero… ¿Y los hombres? ¿Dónde están los hombres?
Pocos, realmente pocos pero sí habemos hombres en pie de lucha junto a nuestras compañeras feministas. Ya sean padres o abuelos que mantienen la esperanza de encontrar algún día a su familiar, o resignados con la noticia de que se cumple un año más el asesinato de las mismas. Hombres que no están dispuestos a tolerar feminicidios callados, ni olvidados, ni por ellos, ni por nosotrxs. Por supuesto que habemos hombres en las marchas feministas, desde niños (me dio mucho gusto al ver varios pequeños en la marcha el día de hoy, los futuros hombres que seguiran en la lucha del cambio), jóvenes, adultos, ancianos hasta heterosexuales, homosexuales, activistas o feministas, estudiantes o trabajadores, pero los hay, estamos presentes, luchando de su mano, por ustedes, por nosotros, por todxs.
¿Y a qué fuimos? ¿Qué esperamos? ¿Qué demandamos?
Es asqueante ver como hombres violentan a las mujeres, a los niños y a las niñas, a otros hombres, a otros jóvenes, a ancianos. La violencia ejercida por nosotros los hombres parece no tener límites. Niñxs abusados sexualmente en Colegios, en Iglesias de religión Católica, en la vía pública, jóvenes violentados psicológicamente con tal de ser parte de un grupo social con el lema de “por qué eres hombre”, abusados sexualmente en los hospitales, hombres abusando de otros hombres, de los ancianos. Hombres abusando de mujeres e incluso mujeres ejerciendo la violencia machista, que desde su ignorancia lo hacen. Los hombres tenemos un enorme compromiso de restituir la paz social, por el bien de ellas y de nosotros mismos, por el bien de mis futuras hijas, de las tuyas. Los hombres debemos de tener la convicción de que declararnos feministas no nos hace menos hombres, ni nos mutilamos las gónadas socialmente con dicha declaración. Ser hombre y feminista para mi es tener encima la responsabilidad social de cambiar este país en uno mucho mejor para las mujeres, las mujeres de hoy y del mañana e incluso para nosotros mismos. Es incomodo que tengas que ser excluido del transporte público de un área sólo para mujeres y niñxs por el hecho de ser hombre y automáticamente lleves la mancha del pecado del acoso, es irritable que como Enfermero me nieguen servicios como pediatría, como lo hace el INER, por el hecho de ser hombre, o como en varios hospitales de dependencia privada que están excluidos los servicios de hospitalización a los hombres por el hecho de serlo. Y a lo mejor está bien, lo han buscado los “otros hombres” y a nosotros no nos queda más que cambiar está condición social. Creo que eso es lo que demandamos los “nuevos hombres”. No hallo motivos para formar un movimiento feminista hecho sólo por hombres, ni sólo por mujeres. Sería repetir un error porque si en algo fallo la humanidad fue en repartir poder y derechos sin la opinión y voluntad de los otros, o mejor dicho de las otras. ¡Vivamos los hombres feministas ¡
“Soy hombre y me declaro feminista pero eso creo que no me hace un mejor hombre, pero sin duda hace de mí una mejor persona” A.V.
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