Factores que agravan el proceso de acoso moral

Los factores que agravan el proceso de acoso moral y que pueden modificar su duración dependen del agresor, de la víctima y del entorno o ambiente en que se desarrolla el proceso. Se agravan tanto el proceso como las posibles secuelas para la víctima si ésta tiene una dependencia emocional alta, auto-estima baja, es muy sensible, es adicta al trabajo, no tiene familia, etc. Si el proceso es en la pareja o la familia, las relaciones afectivas de la víctima con el agresor hacen que ésta sea más vulnerable,el proceso se suele alargar mucho en el tiempo. Si hay una banda de colaboradores el proceso se acelera, la agresión física es más probable y la víctima sufre una doble victimización: una por su agresor, otra por el público que observa ya sea colaborador directo o consentidor. Influye también el que se consiga o no aislar efectivamente a la víctima, los apoyos de la familia, pareja, amigos y otros compañeros de trabajo son factores determinantes para la estabilidad psíquica de la víctima. La alianza del perverso narcisista con un colaborador paranoico asegura la aparición de la violencia física, el paranoico toma el poder por la fuerza, no por seducción. El paranoico carece también de sentimiento de culpa. Los perversos narcisistas suelen ser paranoicos leves, pero no todos lo son. El perverso controla al paranoico. Estas dos formas de tomar el poder se alían porque la víctima es la tercera forma de tomar el poder: por empatía. A un perverso narcisista se le reconoce por su tipo de discurso, a un paranoico por sus actos violentos, su actitud tiránica e inflexible y su rigidez de carácter. Los psicópatas rehacen su vida con facilidad, se hacen pasar por víctimas de una loca y despiertan así los instintos de protección de sus futuras víctimas.

Las auténticas víctimas suelen tener secuelas, desde fobias hasta cambios irreversibles de personalidad, la gravedad de las secuelas suele depender de la duración y la intensidad de la agresión. Algunos psiquiatras piden que se las considere “víctimas de guerra”, hay víctimas que no consiguen rehacer su vida laboral.

La víctima que sale del proceso en mejores condiciones físicas y psíquicas es la que identifica al agresor y al proceso en la primera fase: Falsa seducción, y toma decisiones adelantándose a la estrategia de asociación estímulo-respuesta del acosador.

La víctima siempre pierde algo importante en su vida. En el trabajo si el acoso está institucionalizado o consentido hay que decidir entre el trabajo o la salud, aunque la víctima identifique al agresor, no se libra de él con facilidad. El acosador atacará primero a otros, pero suelen esperar una situación propicia de debilidad de su víctima: divorcio, recuperación de enfermedad, problemas familiares, etc. La futura víctima tiene que estar hipervigilante, todo el organismo está en situación de alerta continua, y se produce ansiedad crónica, estrés, o crisis de ansiedad severa con repercusiones serias para su salud.

Las víctimas que salen del proceso sin secuelas psíquicas en la pareja, familia o escuela, son personas que han desarrollado naturalmente algo que ahora conocemos como “inteligencia emocional”. Los niños que salen psíquicamente ilesos de un proceso así practican espontáneamente algo que los especialistas llaman “distanciamiento objetivo”. Niños que comparan a su agresor con otros adultos de su entorno y se distancian emocionalmente de la situación. Niños que miran a su agresor y piensan “sé que hay otros que no son como tú”.

Fuente: (Fenomenología del acoso moral de María José Edreida)

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