El agresor psicópata representa el maltratador más violento, destructivo y desconocido por la mayoría de las mujeres, precisamente por esa exhibición de encanto superficial y locuacidad que caracteriza a la mayoría de los sujetos diagnosticados con este trastorno de la personalidad.

Es curioso pero este tipo de agresor, es visto por la mayoría de las personas de su entorno, como alguien impecable, un buen vecino, un buen padre…, y todos aquellos atributos sociales que hacen de una persona, un individuo socialmente considerado. Esta es, una trampa de la que se sirve el agresor psicópata para conseguir todos los propósitos que persigue, y por esta misma razón resultará muy difícil de manejar e incluso de descubrir.


Vicente Garrido en su libro Amores que matan (2001), el maltratador psicópata miente de forma brillante (en ocasiones por el puro placer de hacerlo, sin que haya nada obvio que ganar) y aparentan ser tipos encantadores: Sin embargo, esa capacidad de fascinar, de manipular, es una herramienta puesta al servicio de sus propios intereses con las mujeres; este interés, es meramente instrumental, dado que los psicópatas no poseen la capacidad de enamorarse de una mujer; se trata más bien de lograr captarla con el objetivo, de explotarla, exprimirla de obtener todo el beneficio necesario para conseguir sus planes. Pero hay más si unimos esa capacidad de manipulación con su intenso egocentrismo, con su elevado nivel de autovalía, nos encontramos ante un sujeto capaz de cometer los actos más violentos y atroces con tal de conseguir lo que se propone, incluido matar a la mujer si esta constituye un obstáculo.


Esta sería un de las principales causas de agresiones a mujeres por parte de maridos que presentan los rasgos de la psicopatía. (Garrido, 2001). Para los maltratadores psicópatas, el matrimonio es un trampolín, una adecuada vía de acceso a sus propósitos de logro, de poder social y económico, pero carecen de la capacidad básica de generar las emociones necesarias para que un matrimonio perdure. Es en este sentido, un peligro para las mujeres que son incapaces de conseguir adivinar qué tipo de persona está compartiendo su noviazgo con ellas, para, de este modo, evitar seguir adelante con la relación.


En definitiva, el agresor psicópata persigue subyugar, vejar e incluso mata a la mujer en el momento en que ésta dejar de convertirse en un instrumento necesario para sus metas, y en el momento mismo en que ésta comienza a presentar unas posiciones contrarias a lo esperado por el agresor, constituyendo una seria amenaza para sus caprichos.


Podemos distinguir una serie de fases en el acto de la caza de un agresor psicópata con las mujeres:

  1. Vulnerabilidad. En mujeres que presentan un estado emocional delicado, una crisis vital en la que necesitan apoyo, resulta más fácil que un psicópata pase a manejar sus vidas, aprovechándose esta situación de vulnerabilidad.
  2. Fascinación. El despliegue de locuacidad y encanto que sabe mostrar el psicópata, como características claves de su capacidad de manipulación, son el arma adecuada para ejercer una fascinación en aquellas mujeres víctimas de sus caprichos. Son frecuentes los halagos y los regalos que realizan para captar a la víctima, y todo sabemos el efecto que esto produce en una persona que atraviesa serias dificultades emocionales.
  3. Absorción. El maltratador, en esta fase, comprueba que la mujer está fuertemente sujeta. Ahora está preparada para que su vida gire en torno a los deseos de él. La fase de absorción es muy rápida. Consiste en que todos los pensamientos de la chica giran sobre él. Su trabajo, sus proyectos, sus amigos, todo es ahora secundario. Su dependencia emocional camina hacia su punto más alto.
  4. Explotación. Esta fase constituye la etapa del proceso perseguido desde el principio por el agresor psicópata. Es aquí donde aparece el terror y

    el desconcierto de la víctima. Terror psicológico, agresiones físicas o ambos fenómenos aparecen con fuerza en esta fase.
  5. Revelación y horror. En esta fase, la víctima se da cuenta de que la persona con la que va a vivir, es una persona que la destruirá, y que no va a poder hacerla feliz Ella percibe que depende emocionalmente de él. Se ha producido un fenómeno de refuerzo intermitente, donde tras un suceso altamente aversivo, se suceden otro que produce paz y tranquilidad a la víctima. Este refuerzo intermitente produce el enganche psicológico necesario para que la víctima sea incapaz de predecir el siguiente ataque, y le va a impedir separase de él con más dificultad, pues el enganche psicológico le impide pensar por sí misma. El concepto de la impredectibilidad es uno de los elemento claves que posibilitan el desarrollo del ser humano con unas mínimas garantías de seguridad. Todo aquello que no es susceptible de ser predicho en algún grado, produce en las personas angustia y bloqueos emocionales, incompatibles con el correcto desarrollo de la personalidad humana.
  6. Liberación. Por desgracia, esta es una fase a la que no toda mujer puede llegar. Aquellas mujeres que consiguen deshacerse de las “garras “del psicópata experimentarán por fin ese alivio tas la dependencia emocional a la que estaban sujetas durante la relación.

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