Este es el día del "sacrificio de la maternidad"

En México la mayoría de las personas acompañan la palabra maternidad con la de sacrificio y existe la eterna idea de sembrar para cosechar y mientras eso sucede ¿qué pasa?, quizás muchas se lo pregunten secreta y culposamente cuando los hijos lloran sin parar en mitad de la noche y no dan muestras claras de la causa que las orilló a ser madres, cuando por enésima vez las mandaron llamar del colegio de los hijos, o cuando éstos tiraron toda la sopa al piso recién lustrado.

Y cuando no le encuentro sentido a muchas cosas de la vida en general consulto a la Real Academia Española (RAE), ya por tradición o por esa bendita manía de poner las cosas en frascos etiquetados, para que cuando venga el caos sea capaz de acudir a ellos sin mayor confusión.
Así, me rehusó a creer que la palabra mamá debe venir necesariamente acompañada de la palabra sacrificio, porque de acuerdo con la RAE un sacrificio es una ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación, y que yo sepa no soy la virgen María y me daría una flojera infinita ser como ella, ni estoy expiando más culpas que la de una calentura inconsciente y en aquel tiempo, plenamente amorosa. 
También refiere que un sacrificio es el acto del sacerdote al ofrecer en la misa el cuerpo de Cristo bajo las especies de pan y vino en honor de su Eterno Padre, pero por lo que sé tampoco tengo madera de sacerdotiza, además de que soy completa y conscientemente atea, gracias a Dios.
El tumbaburros señala que un sacrificio es la matanza de animales para el consumo; o bien, el asesinato de personas, en especial en una guerra o para determinada causa, en el primer caso jamás pensé al parir al hijo para después ingerirlo cual caníbal, aún cuando mis comportamientos de madre castradora, punitiva y beligerante en pro de su bienestar y desarrollo a futuro evidencien lo contrario; en tanto que en el segundo caso, aunque la maternidad es una constante guerra contra el tiempo, el sistema escolar, la economía y la presión social no le veo una causa evidente al hecho de ser madre, porque una mamá solo es un canal de vida y no el eterno transporte de ésta.
La RAE explica que un sacrificio es también un peligro o trabajo graves a los que se somete una persona y si, en ese sentido coincido solo un poco debido a que criar un hijo, trae el riesgo de hacerlo mal y entonces joderle la vida a un humanito en construcción, pero al final de cuentas existen las terapias psicológicas, que si bien aún dejan mucho que desear es un modo de reparar algunas roturas del alma y lo demás se arregla con voluntad propia y la capacidad de asumir la propia vida, por lo que engendrar un hijo también acarrea la responsabilidad de enseñarles a autorreparase y superar hasta a la más mala madre.
Un sacrificio según el diccionario es una acción a que alguien se sujeta con gran repugnancia por consideraciones que a ello le mueven y la maternidad también se adscribe un poco a esta descripción, más aún en los primeros años de la vida de un hijo que caga y vomita como si no hubiera un mañana e incluso las madres más reacias cambian con destreza las cagantinas de los hijos y se cambian sus blusas y aretes caros por camisetas durante los primeros años de sus crías; sin embargo, hay que admitirlo, agradecemos hasta el tuétano cuando los vástagos se duermen y muchas veces aunque no se acepte por presión social añoramos los momentos en los que dejan temporalmente el nido, entonces queremos hacer y deshacer, coger como putas y soñar como reinas, aún cuando sea solo por unos instantes y quien diga que no entonces debería revisar la manera en la que el sistema y la consciencia social de lo políticamente correcto ha influido en sus vidas.
La RAE  también define el sacrificio como un acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor, tópico que en lo personal es una patada a mis ovarios liberados del qué dirán, porque ese término hace mucho tiempo que pasó de moda e incluso es una negación hacia uno mismo y sus deseos más oscuros y entonces me pregunto, cómo va a ser uno buena madre si se niega el derecho de tener una vida aparte de los pañales, las vomitinas y las tareas, al anteponer los deseos que nos hacen humanas al acto de la sublime e idealista maternidad, tal y como es reproducida en los medios y en las familias mexicanas.
La última definición, señala que un sacrificio es una operación quirúrgica cruenta y muy peligrosa, hecho con el que coincido parcialmente debido a que el hecho de parir, a diferencia de lo que se nos enseña a las mujeres desde que nos implantan las muñecas en los juegos, es una acción muy cruel y si se la quiere ver desde una perspectiva banal, e incluso fría, los pantalones que usabas antes del hijo jamás te vienen y el cuerpo de una mujer luego de dar a luz es muy parecido a una medusa de mar en la orilla de una playa, descolorida y desinflada, y las que son madres y tienen un poco de honestidad en sus corazones de arizonas por consciencia ancestral saben que ser madre no es el asunto idealista y bucólico que ponen en los comerciales de pañales.  
Las palabras egoísmo, uno mismo y libertad, además de todas aquellas que evidencien a las mujeres que son madres como seres independientes, con deseos y sueños propios, con ganas de coger, embriagarse y bailar hipnotizadas bajo la luz de la luna hasta la llegada del amanecer, son palabras que son mal vistas en una sociedad como la nuestra, en la que se mira mal el asunto de exponer los verdaderos deseos y se aplauden las mentiras mediáticas que las obligan a comportarse como una tira cómica de los años 50.
Ser madre entonces no tiene nada de sacrificio y abnegación y en mi muy humilde opinión si vemos la maternidad con el filtro de esas palabras entonces siempre el mundo esperará que seamos diosas y princesas de cuentos de hadas que se conforman con lo que la vida les envía y son incapaces de buscar lo que la vida en realidad les ofrece y a su vez, se seguirá reproduciendo el papel de la mujer como el de un icono eclesiástico plasmado en los vitrales de una iglesia, lleno de colores pero muertas en vida.

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