Existen lugares para todo, comer, coger, bailar, cagar y beber, para rezar y meditar, para sanar y morir, pero yo no se de ninguno que este reseñado en las revistas que sea exclusivamente para llorar.
Si los terapeutas, sanadores y magos se enriquecen a costillas de los lloradores recurrentes, quienes acuden religiosamente una vez por semana a que se les muevan las entrañas emocionales y soltar la tristeza, sería entonces un negociazo montar un lloradero.
Y es que es inhumano, casi hostil tener que llorar en los micros con los lentes oscuros puestos para evitar miradas de conmiseración o en el automóvil con la música fuerte y la cara contraída esperando a que el semáforo se ponga en rojo para poder limpiar los mocos a riesgo de que el vehículo de al lado te vea el alma sollozante.
Es todavía más triste tener que deasaguar los ojos en el baño frío y gris del trabajo, o en la cocina mientras lavas los platos y el sonido del agua mitiga los berreantes suspiritos mocosos de un lagrimeo sin principio ni fin.
También está el muy socorrido baño hogareño y si se está en la ducha es todavía mas interesante, debido a que las lágrimas se confunden con el agua y hasta llega un punto en el que no se sabe si se llora de sentimiento o por que entró jabón a los ojos.
La almohada es de igual forma un lugar común para soltar agua salada por los ojos, sin embargo, así como es capaz de recibir lágrimas, mocos y babas, también es en otros momentos, un artículo de vital importancia para la hora de la jadeada, abrazada y aventada, lo cual la hace impersonal al ser multiusos.
También existe el problema de las horas, que siempre lo agarran a uno en lugares públicos o mientras está con gente que invariablemente preguntará el motivo de las fugas oculares y es muy molesto tener que contestar mientras mantienes sin deshacer el nudo en la garganta.
Un lloradero amplio y bien ventilado, ese sería un bonito comercio, con muchas habitaciones que contengan un kit pro lloradera, pañuelos desechables, gotas para los ojos, ipods con playlists diversos y pelis para para soltar los ojos.
Un establecimiento con un refrigerador repleto de chocolate y helado, con habitaciones con amortiguadores de sonidos, para poder aullar los berridos sin pena y a moco tendido, con promociones especiales en diciembre, enero, febrero y los demás meses.
Un lugar con personas que lo atiendan y no pregunten el motivo de tu visita, que no sonrían, ni pregunten si te pueden ayudar en algo.
Un lloradero sería un buen negocio por que a nadie se le ha ocurrido conercializar la tristeza, que es como cualquier otra necesidad fisiológica, te da a deshoras y en cualquier lugar y no existe un lugar en el mundo que este diseñado para liberar los ríos salados que muchas veces nacen sin saber bien de dónde y tienen la necesidad de ser liberados sin mayor explicación.
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