Hace días leí de manera casual (aunque creo que nada es casualidad), un relato sobre el abuso sexual en la niñez.
El relato me condujo a blogs especializados y foros de personas que vivieron esa experiencia.
Fue muy interesante y enriquecedor leer como se puede interiorizar un mundo paralelo en la vida de las víctimas de abuso sexual. Leí la descripción sintiéndolo y dibujando cada uno de los sentimientos leídos, vividos.
Visualicé cada secuela, cada sentimiento, esa criatura con formas distintas que representa el miedo dentro de cada persona, la soledad, la autoreconciliación, y personalmente, una madurez interiorizada ganada por “horas- años” de un “Yo terapeuta-un Yo paciente”.
El abuso sexual en las y los niños representa más que una violación sexual física. Es el atentado máximo a la inocencia, a sus derechos humanos, la transgresión a la confianza, la seguridad y la integridad. Todo ello se socava en la vida emocional de una persona, y repercute, incluso, en la de los que le rodean.
Durante años la visualización de la realidad de AZUL tuvo dos planos: una vida alegre, inocente, en la que cupieron todas las dudas, en la que se exploraron todas las fantasías. Todo ello en un paralelo a la inconsciencia, a la obscuridad de dudas mayores, esas que no entendía ni le interesaba entender.
Una densa energía que fluía en su sangre y que ponía más pesados sus pequeños pasos, más lenta su voz, más cortos sus sueños. En las noches: se representaron en pesadillas abstractas, con una alta creatividad que enviaba su sub consiente que todo lo conocía, y que todo lo resguardaba y reclasificaba.
En el transcurso de su desarrollo comenzó una nueva etapa, en la que los miedos desdibujaron un autoestima herido, una vida inconsciente de miedos, combatida por una gran fuerza exterior, un Yo que no alcanzaba a comprender su potencial, y que era reafirmado por los otros, asumiéndolo incrédulamente. No creía del todo en ella. Solo los otros veían su fuerza.
Su adolescencia fue simple, sencilla. Aún no lo entendía, pero era un ser de luz, un ser querido, que lo daba todo, que escuchaba y analizaba. Siempre dando la mejor respuesta, el consejo amoroso y reconciliador. Los consejos que nunca se apropiaba…pero yo entiendo que en cierta forma todo ello se trataba de un Ganar-Ganar, ella lo daba todo y sanaba así sus complejos de culpa.
He estado leyendo varios casos vivenciales y coincido mucho en el actuar y sentir de muchos de ellos. La razón es que el sentimiento de culpa en muchos de los casos va ocasionando inseguridad y auto rechazo. En casos verdaderamente positivos, se busca dar más al mundo para recibir ese amor auto limitado. En muchos de los casos, tristemente el saldo no es nada alentador.
Escuchan, atienden, porque no saben hablar, porque su Yo está en silencio, porque es su confidente: "porque nos da miedo enfrentar el rechazo" .
Según estudios especializados en la materia, la mayoría de los afectados de abuso sexual en la niñez desbloquean sus vivencias, su dolor, su frustración oculta, en una edad más adulta.
“Yo la empecé asumir justo al transitar los 16 y 17”. Fue cuando se empezó a nublar su vista y empezó a afrontar sus dudas y confrontar sus miedos.
“Durante años tuve que justificarlo todo para sanar, tuve que entender, tuve que perdonar y tuve que madurar al entender que la culpa nunca fue mía”.
La vida con sus complejidades acentúa cada día sus retos, sus aciertos, y los fantasmas del ayer a veces se asoman, voltean y te miran. Es una especie de dolor anónimo, de miedo anónimo, un “Solo por hoy”
Puedes lograr que tu vida sea perfecta, lograr que tu ímpetu sea grande y tu personalidad agarradora, pero la lucha es constante, tu Yo está ahí, y debes de hablarle a diario, de acariciarle y decirle, sos eres grande, sos eres valiente, sos eres YO, somos uno mismo, y Yo soy una gran Mujer”.
Caminar siempre hacia adelante, y reconocer que el mundo está afuera, que es tuyo; que tienes mucho que dar, pero sobre todo mucho que recibir, mucho por ganar.
Defendamos la niñez, defendamos sus derechos. Es nuestra responsabilizar estar alerta, cuidarla y educarla, y prevenir todo tipo de maltrato y explotación hacia ella.
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