(Artículo publicado en www.engenerada.com.ar)
Domingo de Junio, se festeja en Argentina el Día del Padre. El segundo domingo en general. Las casillas de correos electrónicos desbordan de ofertas, promociones y oportunidades relacionadas con “el regalo” que ellos están esperando.
Si bien no te hablaré esta vez de consumo y de consumismo, quiero aprovechar este evento anual para provocarte aquello que quizás te resuene en la mente sobrel lo que todavía no pudiste hablar, manifestar, cuestionar(te).
El paternaje. Que no es lo mismo que ser padre.
¿Por qué establecer una diferencia entre ambos conceptos?
El hecho de hacer(te) esa pregunta, la cuestión empieza a presentar -al menos- algún tipo de duda sobre otras posibilidades, que están más allá del acto de procrear. Y dudar, en estos casos y en estos tiempos, sería un gran paso para ver un poquito más allá…
Veamos entonces!
Históricamente se ha pensado en la paternidad como un signo de virilidad masculina, la posibilidad cierta de gestar nueva vida, ser fértil. Desde lo familiar, la tradición inculca que, un hombre que decide formar una familia debe tener la capacidad de mantenerla económicamente. Continuar el legado, mantener vigente el apellido. Prevalecer.
Como siempre decimos, hombre no se nace: se hace.
En solo tres líneas (las anteriores) hay más costos de los que se pueden (y logran) pagar.
La virilidad y la fertilidad implican que el varón sexualmente activo, no sólo debe ser viril y fértil… Sobre todas las cosas, debe demostrarlo, desde que pierde su virginidad -incluso cuando la pierde- hasta el fin de su vida sexual activa. Constantemente y no sólo frente a las mujeres, también frente a los otros varones. La conquista es un trabajo duro que requiere muestras permanentes de virilidad y fertilidad que finalmente se materializan en otro ser humano/a: los hijos y las hijas.
No! No es natural… todo lo contrario.
Por el lado de lo familiar, el costo es también abrumador. Un padre debe confirmar que no sólo es fértil y que con ello asegura la continuidad del apellido, si no que además debe proveer bienes que sostengan la vida. Debe poder generar dinero que satisfaga las necesidades vitales. Pero no sólo eso, también debe transmitir valores y tomar las decisiones. Para confirmar quién tiene los pantalones. Todo esto, por supuesto, sin demostrar demasiadas emociones: sin llorar, sin expresar tristeza, sin dejarse llevar por todo aquello vinculado a lo afectivo…
Decir que lo anterior no es una condición que el varón traiga de nacimiento, sería una obviedad.
Por eso quiero contraponer el hecho de ser padre de la posibilidad de ejercicio del Paternaje.
El paternaje implica un involucramiento emocional, afectivo y de cuidado de otras personas. Y ello no significa una pérdida de la independencia si no que por el contrario, se traduce en una oportunidad para romper con todos los mitos antes descriptos sobre cómo hacerse hombre y vivir la paternidad como un espacio de arreglo de algunos malestares vigentes en las relaciones de familia.
La economía del cuidado o trabajo de reproducción humana también sostiene la vida. Un varón no es independiente porque no se responsabiliza de los quehaceres hogareños, porque no participa activamente en la crianza de los hijos y las hijas. Un varón no logra la independencia trabajando más horas o ascendiendo laboralmente. Un hombre no es independiente porque no deja de trabajar para ir a las reuniones de “padres” en la escuela. O por no ir al médico… sobre todo teniendo en cuenta la menor expectativa de vida con respecto a la mujer y debido a los riesgos a los cuales se van exponiendo en toda su vida.
Un varón independiente es quien cuida de sí mismo, con todo lo que el cuidado implica: su salud, su sexualidad, su integridad física, sus relaciones afectivas pero también logra independencia ciudando de otras personas. No! No es protección, no es seguridad, esCUIDADO, en pocas palabras y en caso de que hayas sido papá: ejerciendo el paternaje o paternidad involucrada, activa.
Todo por hacer, todo por aprender. A Ejercer el paternaje: se aprende también.
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