Éste frágil corazón
que va creciendo día a día
con la alegría de tenerte.
Llama a la puerta de la dicha
de saberte sólo mío,
comiendo del pan que te sustenta.
Ésta alma pura que llegó a mí
despertando lo que creía muerto,
lleno mi casa de inocencia y desechó toda mi tristeza.
Ése niño que todo lo pregunta y lo descubre
ése niño tan travieso que desborda simpatía,
ése niño... hoy es hombre...y eres tú.
María Victoria Campos Pérez
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