Networking: una herramienta para el autoempoderamiento de las mujeres
por Claudia Calvin Venero
Escucho a muchas mujeres decir que no tienen tiempo para hacer networking y que tienen cosas más importantes que hacer. Me quedo callada y levanto la ceja. Las entiendo, porque hace mucho tiempo pensaba lo mismo.
Llegué a estar convencida de que invertir tiempo en hacer contactos, cuidar a los que tenía y dedicarle tiempo a ello era una pérdida de tiempo y que sólo lo hacían los hombres porque siempre tenían a alguien detrás que hiciera las cosas por ellos. Yo tenía que trabajar, y mucho que hacer, y no podía perder el tiempo para ir a socializar.
¿Qué hizo que dejara de considerar el networking como una pérdida de tiempo? Sin duda alguna, la madurez y la experiencia. No hay muchas vueltas que darle a la respuesta.
La vida me ha enseñado que sola puedo llegar más rápido, pero acompañada puedo llegar más lejos. Mucho tiempo me resultó hacer las cosas sola y por mi cuenta. Yo era de las clásicas estudiantes que cuando trabajaba en equipo acababa haciendo todo yo, y me funcionó porque tenía la certeza de que las cosas se entregaban a tiempo y como yo quería. En los estudios era útil trabajar así, pero en la vida afuera de los salones de clase, no, y menos en un mundo como en el que vivimos, interconectado, diverso y que avanza a una velocidad vertiginosa. Afuera de la escuela, muchas mujeres seguimos jugando el juego de ser las “niñas buenas” y hacer todo bien, resolver todo -hasta lo que no nos corresponde- y dedicamos poco tiempo a “ser” lo que queremos ser y mucho a “hacer” lo que se espera de nosotras.
Soy de la generación de mujeres que creímos que podíamos ser “súper mujeres”. ¿Qué se esperaba de alguien así? Que podíamos hacer todo solas y sin ayuda de nadie. Para recordarnos que podíamos hacer todo , y debíamos hacerlo por nuestra cuenta, está la cultura con estereotipos. Esa cultura que nos dice en voz de la gente que nos rodea, nuestras madres a veces, muchos hombres, otras amigas, la televisión, el cine, que una mujer valiosa trabaja y trabaja, ya ni hablo de la abnegación, y nunca descansa. Es como si tuviésemos que pagar derecho de piso por existir y la cuota que debemos cubrir implica siempre hacer cosas, no bajar la guardia y descansar lo mínimo. Además, como “calladitas nos vemos más bonitas” no debíamos compartir lo que nos pasaba.
Esta combinación hizo que viviéramos el avance de nuestras carreras profesionales de manera aislada, con una gran sensación de soledad y aislamiento y sin pensar que si nos reuníamos con otras mujeres y compartíamos lo que nos sucedía, podríamos aprender otras cosas y vivir nuestro desarrollo profesional de otra manera.
Afortunadamente, la vida me dio la posibilidad de entender que esto no tenía que ser así, y que estar ocupada todo el día haciendo miles de cosas, y a veces haciendo maestría en la ejecución de cosas menores e irrelevantes -como sucede en los trabajos y en sus asuntos cotidianos- no era sinónimo de ser más productiva y que eso no necesariamente implicaba ni un ascenso ni un aumento de sueldo.
Fue cuando dejé la certeza de una quincena que entendí que hacer todo por mi cuenta no funcionaba para siempre y que conocer a otras personas que hacían cosas interesantes, que habían recorrido el mismo camino que yo pero que iban unos pasos adelante y de las que tenía que aprender, tenía sentido. Comprendí la importancia de tejer redes profesionales, redes de sororidad, redes en torno a temas, redes con causa, redes de apoyo. Entendí que las redes hay que construirlas y alimentarlas, cuidarlas y aprender a dar y compartir en el proceso.
Si pudiera hablar con la Claudia de hace 25 años le diría que se tomara la carrera profesional con más cuidado y paciencia, que no corriera tanto y que le dedicara tiempo a cultivar redes y ampliarlas. ¿Por qué? Porque son esas redes con las que podrás llegar más lejos, aprender, sumar esfuerzos, generar sinergias, establecer alianzas, formar empresas y emprendimientos, impulsar proyectos y causas, pedir ayuda, brindar apoyo, aprender juntas, sumar talento, sobre todo, actualizarte y crecer en compañía de personas con las que compartes visión, intereses y objetivos, o de las que simplemente puedes aprender mucho y a quienes puedes contactar cuando tienes dudas.
Por eso digo que el networking es una herramienta para el autoempoderamiento de las mujeres, porque en el proceso de construir redes y conectar con otras personas y otras mujeres, aprendes mucho de ti, te das cuenta de lo que eres, quién eres, cómo puedes apoyar a otras personas, qué necesitas y qué tienes que pedir. Te ayuda a visualizar las relaciones y las redes desde otra perspectiva. Hablo de autoempoderamiento porque estoy convencida de que nadie puede empoderar a otra persona, puedes ser facilitadora de contextos y apoyar a las personas a creer en si mismas, pero el empoderamiento es un proceso que se da de manera individual, y normalmente sucede cuando una mujer se da cuenta de que es capaz de hacer algo y aprende a creer y confiar en si misma. Es en ese momento, cuando reconocer su propio poder, poder para ser, para hacer, para construir, para transformar, para dar, que se empodera.
Por esto son tan importantes las redes entre mujeres, porque nos permiten vernos unas a las otras, sabernos acompañadas y visualizarnos capaces de construir juntas proyectos, negocios, impulsar causas, aprender unas de otras y sabernos parte de una comunidad con la que contamos.
¿Cómo hacerlo? Hay muchas maneras, y hoy, con las herramientas digitales de las que disponemos, se abren muchas posibilidades.
Si te interesa saber más de esto, me dará mucho gusto acompañarte en el proceso e invitarte a una sesión para tejer redes con otras mujeres. Te dejo aquí la información.
Saludos.
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