Hace poco más de una semana, alguien me dijo que tenía garantizado un boleto de vida. La vigencia era ahorita… en el mejor de los casos: hoy. Más allá, no se garantiza nada ni se aceptan reclamaciones.
Oh, ¡qué sope! (pensé para mí, mientras esbozaba una sonrisita mustia). Si yo me voy a morir dentro de muchísimos años. Pero, qué les cuento: ¿certeza? Pues no tengo. Efectivamente mi boleto de vida sirve ahorita, pero si lo pienso bien, puedo caerme al ratito y desnucarme contra el lavamanos. Puede apachurrarme un microbús, que perdiendo una llanta, se trepe a la banqueta y me planche.
Hace muchos años (treinta y cinco) la libré por un pelito. Guardada en casa porque el 15 de septiembre era peligroso (y obedecí a papá) me quedé aburrida sin ir a la noche Mexicana del novio en turno. Mi hermana se durmió temprano y yo me quedé aburridísima viendo la tele (y el grito en cadena nacional). Después del grito, tuve que ir a las instalaciones sanitarias. Justo un segundo después de levantarme: Cuasss, tremendo ruido. Veo el piso del baño y encuentro la punta de una balota enorme (del tamaño de la última falange de mi pulgar) incrustada contra el mármol y a dos centímetros de mi pie derecho. Elevo la mirada y veo un hoyo enorme en el tragaluz de mi baño. De haber estado dos segundos antes sentada haciendo pipí, esa balota me hubiera perforado el cráneo y hubiera muerto cuidadísima, en la intimidad de mi hogar y para colmo con los chones en los tobillos. No le andaba buscando chichis a las culebras, pero tampoco me tocaba.
Conservo la bala como permanente recordatorio. La lógica me dice que si sigo fumando me voy a morir por asfixia, que si sigo bebiendo…mi hígado no va a servir para donaciones. Que si sigo bailoteando, me puedo romper la cadera, que si canto a gritos, mis amigos no van a querer reunirse conmigo. Que si manejo, puedo chocar, que si dejo mi trabajo buscando algo más, me puede ir mal… que si me callo los disparates, seré compuesta pero me pierdo la risa. Entonces: dejaré el cigarro, beberé menos… ¿pero lo demás? Ups… lo demás no tiene remedio. Si mi hora llega esta noche, lo bailado, berreado, reído y arriesgado; ni quién me lo quite.
Claro que es importante caminar con dirección. La intención necesita norte, claro que sí. Pero cada vez estoy más convencida de que la vida no puede ser vivida contando con que algo se acumulará a largo plazo. De acuerdo en que yendo para allá, pero haciendo de cada hoy toda una fiesta, porque mañana… quién sabe. Es una buena manera. Así, dure cuanto dure, cada día será aprovechado en todo lo que puede ser. Qué ventura si así juntamos setenta, ochenta, noventa años de vida usada hasta el desgaste, ¿no?
Pagué cara una segunda oportunidad de ser yo. De alguna manera, todos podemos hacerlo en algún momento. Entonces. Que la apuesta por el hoy valga la pena. ¿Cómo estas usando tu boleto?
Comentario
coincidimos en la forma de pensar querida amiga solo tenemos que cuidar el presente porque es en donde siempre viviremos, saludos amiga
Querida Flaca, maravilloso recordatorio del poder del aquí y el ahora. Creo que todos tenemos alguna bala de la vida que nos recuerda eso… y gracias a ti por traer ese recordatorio al presente.
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