Usualmente es en diciembre, año con año, que mis emociones, mis sentimientos se estremecen más. Y es lógico que así sea, pues en este mes y a dos días de terminar noviembre y en distintos años, perdí a tres grandes amores de mi vida: mi hijo (tenía 24 años), mi madre y a la amiga de toda la vida. Y así sucede a pesar del tiempo transcurrido, aún cuando no siempre con la misma intensidad. Pero en días pasados estuve muy vulnerable, muy triste y sintiendo muy vivamente esas ausencias. Y por primera vez pude externar, fuera del ámbito familiar, mi sentir a nuevas amistades virtuales, nacidas gracias a esta maravillosa comunicación que me ha ofrecido ser una Abuela "cibernauta" y una "Bloguera Mayor". Y he encontrado respuestas llenas de cariño, de comprensión, de estímulo, que añadidas a las de mi familia, han fortalecido mi ánimo. Y así ha sido empezar cada día agradeciendo el despertar, agradeciendo cada una de las cosas que nos rodea: la luz del sol, el despuntar de los brotes de las jacarandas que veo desde mi ventana, el ronroneo de Zúcaro, el taconeo y el beso de mi hija que sale a trabajar y el calor, que me abriga, con las llamadas y las palabras de todas mis hijas y mis nietos y nietas. Y así también agradezco, ya calmado el pesar, el regalo, el préstamo maravilloso que tuve por veinticuatro años y por muchos años más esos otros regalos magníficos.
En verdad soy una mujer muy afortunada y doy gracias, también, por ello. Y así estamos en Diciembre, otra vez Diciembre, y mando mis saludos, mi felicitación, mis buenos deseos por estas fiestas decembrinas. Muy buena Navidad, buen Año Nuevo
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