China apuesta por enseñar IA desde los seis años. Una jugada global y un reto para las niñas rurales

En una pequeña escuela rural de Guizhou, al suroeste de China, las y los estudiantes se sientan frente a pizarras digitales impulsadas por inteligencia artificial. El sistema corrige su pronunciación en inglés y ajusta el ritmo de las lecciones según el desempeño de cada estudiante. Esta escena, que podría parecer de ciencia ficción, no lo es. Refleja el inicio de una transformación educativa sin precedentes: a partir de septiembre de 2025, la IA será materia obligatoria desde la primaria hasta la secundaria en todo el país.

Esta medida forma parte del Plan Nacional de Construcción de una Nación Fuerte en Educación (2035), cuyo objetivo es preparar a millones de estudiantes para un mercado laboral dominado por la tecnología y al mismo tiempo, asegurar el liderazgo de China en inteligencia artificial para 2030. De acuerdo con la firma Morgan Stanley, para ese año las inversiones en IA se habrán recuperado en un 52 %. Esto es, en cinco años.

Como es característico en la toma de decisiones en materia de política pública en China, esto forma parte de una visión de largo plazo cuyas bases se comenzaron a sentar en 2018, cuando emitió lineamientos curriculares de IA, desarrolló libros de texto especializados y firmó alianzas con empresas como Huawei y Baidu para probar la enseñanza de robótica y algoritmos en escuelas piloto.

Hoy, con más de 1,400 millones de habitantes (con poco más del 17 % de la población mundial) el país se asegura de que entre 1.7 y 1.8 de cada 10 personas en el planeta estén expuestas desde la infancia a la alfabetización tecnológica. En términos de escala y planeación estratégica, ningún otro país se le compara.

El gran desafío para esta política es la diferencia educativa y tecnológica entre las zonas rurales y urbanas, además de la brecha de género. En las zonas rurales vive el 33 % de la población, es decir, 465 millones de personas.

En términos prácticos esto significa que cientos de millones de niñas y niños rurales dependen de que esta estrategia se adapte a sus contextos específicos: conectividad limitada, infraestructura desigual, maestros con menor capacitación tecnológica, arraigo cultural, lenguaje, diversidad étnica.

¿Por qué es esto importante y qué impacto puede tener para las niñas y jóvenes en particular? En esto, el desarrollo chino se parece al del resto del mundo: la pobreza y la marginación tienen rostro de mujer y de niña.  En las áreas rurales, las niñas completan menos años de escolaridad que los niños y las tasas de analfabetismo femenino siguen siendo más altas.

A nivel universitario, China tiene más mujeres que hombres matriculados y esto se refleja en una realidad que llama la atención: en las parejas jóvenes casadas actualmente, las esposas son más educadas que sus maridos. Este hecho, sin embargo, no se refleja ni en mejores sueldos ni en mayor participación en áreas STEM. La brecha salarial y de participación en la “economía gig” sigue siendo grande entre mujeres y hombres en el país y cuando está invirtiendo tanto en tecnología y en ocupar un lugar preponderante en el mundo en este terreno, la gran pregunta es: ¿este desarrollo e inversiones beneficiará de manera igualitarias a las mujeres y las niñas en general y a las que pertenecen a zonas rurales en particular?

A nivel global diversos estudios indican que las mujeres serán quienes mayor riesgo tienen de perder sus trabajos frente a la IA. 1 de 4 puestos de trabajo en el mundo son amenazados por la IA. 4.7 % de los puestos de trabajo de mujeres están en riesgo frente a 2.7 % de los hombres.

Existe en China una visión clara de en dónde quiere Xi Jinping a su país en los próximos años: al frente del liderazgo tecnológico y de la IA. La pregunta inevitable es saber si ese liderazgo beneficiará a toda la población por igual y en qué lugar se encuentran las mujeres frente a este reto. Es necesario conocer si se están tomando medidas específicas para evitar la profundización de las brechas que ya existen.

La IA reproduce estereotipos y sesgos de género, China no es la excepción y de permanecer así, la brecha salarial no se reducirá, aunque el país tenga una de las matrículas más altas de mujeres a nivel universitario. Hay casos interesantes, en zonas rurales, de empresas de IA que están incluyendo a mujeres para “educar y dialogar” con la IA, pero son eso: casos aislados y son las empresas asentadas en esas zonas las que están tomando esas medidas.

Lo que está sucediendo allá deja importantes lecciones y reflexiones obligadas para países y regiones como América Latina, en donde las brechas de género son profundas y en donde las diferencias de desarrollo rural-urbano también, y en donde la IA es apenas una palabra en la educación básica y no hay una visión ni clara ni estratégica al respecto.  Se está construyendo un futuro no sólo digital y tecnológico, sino un futuro en el que la IA jugará un papel central.

De cada 10 habitantes del planeta, casi 2 son chinos. El liderazgo mundial en inteligencia artificial no se definirá sólo en los laboratorios de Beijing o Shanghái, sino también en los salones de clase rurales donde hoy aprenden millones de niñas.

La decisión que China ha tomado, enseñar IA desde los seis años, es monumental y tendrá un impacto incuestionable en el futuro y liderazgo del país.  La cuestión es si se convertirá en una herramienta de igualdad o inclusión  o si repetirá el patrón histórico-tecnológico de marginar a quienes más necesitan ser incluidas.

Publicado originalmente en Animal Político el 19 de agosto del 2025.

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