Antes de mirar el año que viene, toca mirarnos nosotras mismas

Cada final de año me pasa lo mismo.

Me siento delante del ordenador con mil ideas, pero ninguna sirve si no respondo primero a esta pregunta: ¿estoy viviendo como quiero vivir?

No hablo de productividad, ni de listas de objetivos perfectas.

Hablo de algo más básico: que nuestra vida se parezca a lo que imaginamos para nosotras.

Y eso solo se consigue parando un momento y mirando con calma qué decisiones hemos tomado y desde dónde.

La trampa de vivir pendientes de métricas y algoritmos

Este 2025 ha sido un año donde la tecnología avanzó a toda velocidad.

Inteligencia artificial por todas partes, automatizaciones, nuevas herramientas que prometen hacerte “más eficiente”.

Está bien. Está claro que no tengo nada en contra de la tecnología.

Pero sí me preocupa cuando dejamos que sea ella quien marque nuestro ritmo.

Muchas emprendedoras me lo han dicho este año:

• “Siento que no llego”,
• “Publico porque toca”,
• “Estoy agotada de seguir el algoritmo”.

Y, curiosamente, ninguna empezó su proyecto para vivir así.

Todas querían libertad, flexibilidad, creatividad.

Sin embargo, acabamos atrapadas en una rueda donde hacemos, hacemos y hacemos… sin preguntarnos si eso tiene sentido para nosotras.

Volver a elegir: el gesto más poderoso para 2026

Yo no quiero un 2026 lleno de tareas.

Quiero un 2026 lleno de decisiones conscientes.

De esas que no vienen de la urgencia ni del “todo el mundo lo hace”, sino de tu propio criterio.

Quizá tu decisión sea publicar menos pero con más intención.

O simplificar todo lo que puedas.

O parar para recuperar claridad.

O dejar ir aquello que te pesa, aunque técnicamente “funcione”.

Porque esto no va de cumplir con lo que pide el algoritmo.

Va de construir un negocio que no te trague.

Va de elegir el ritmo que quieres llevar y sostenerlo.

 Y eso, en un mundo obsesionado con la velocidad, es casi un acto de rebeldía.

La tecnología es una herramienta, no un guía espiritual

A veces hablamos de la tecnología como si tuviera voluntad propia.

Como si “la IA quiere esto”, “el algoritmo pide aquello”…

La tecnología no quiere nada.

No tiene propósito.

El propósito se lo das tú.

Por eso, antes de ponerte a aprender la herramienta más nueva, pregúntate para qué la necesitas.

Qué vida quieres sostener con ella.

Qué decisiones no estás dispuesta a delegar.

Cuando tienes claridad, la tecnología suma. Cuando no, te arrastra.

Un cierre de año honesto (aunque incomode un poco)

Te propongo un ejercicio sencillo antes de que empiece el 2026: repasa tus decisiones del año y pregúntate si te han acercado o alejado de la vida que deseas.

No hace falta dramatizar. Solo mirar con honestidad.

Si algo no encaja, suéltalo.

Cambia. Redirige. Ajusta. Lo que necesites.

No tienes que justificarte ni explicarlo.

Se trata de recuperar agencia sobre tu tiempo, tu energía y tus prioridades.

Un 2026 que se parezca más a ti

Mis objetivos para este nuevo año son simples: claridad, intención y presencia.

No quiero vivir en automático.

No quiero correr detrás de métricas.

No quiero que la tecnología decida por mí.

Quiero crear desde un lugar más consciente, más lento, más mío.

Y creo que tú también puedes hacerlo.

No hace falta reinventarlo todo. Solo empezar a elegir desde otro sitio.

Porque cuando tú decides tu ritmo, cuando tú marcas tus prioridades, cuando tú eliges qué vida quieres construir… la tecnología deja de ser amenaza y se convierte en aliada.

Ese es el verdadero objetivo de 2026: construir un año que te represente.

Que esté alineado contigo. Que te sostenga y no te desgaste.

Y ahora sí, con todo esto en mente, podemos empezar a imaginar lo que viene.