Me di cuenta que ya no te recordaba, tú imagen, tú voz, tú aroma ya eran borrosas para mi, recordaba tú nombre, pero me parecía muy lejano. Fue difícil al principio pero yo no estaba bien a tú lado.
La última vez que lo vi, se subió al coche y se fue, callado, una vez más en menos de dos años le había dicho que ya no quería nada con él, pero él seguía insistiendo…
Tuve que decirle que dejara de seguirme, de aparecerse “sin querer” por dónde sabía que pasaba para ir al trabajo o a mi casa, que dejara de llamar y enviar cartas.
Una violencia callada, sigilosa y peligrosa se hace presente en la vida de las mujeres y a muy corta edad: el noviazgo, esa tierna etapa en la que aprendemos cómo ser pareja, convivir y algo muy importante donde nos condicionamos a aprender que ciertos comportamientos y actitudes de nuestra pareja (y de nosotras) son de tal manera porque “así deben de darse” y es lo correcto.
9 de cada 10 adolescentes sufre violencia en el noviazgo según la Organización Mundial de la Salud y esta misma organización señala que es en la adolescencia cuando se es más vulnerable, la presión para tener un novio, recibir el primer beso, dejar de ser virgen y etc., nos lleva estar con gente que no es la correcta.
Ya sé que es inútil pedirte que regreses, ya sé que es inútil pedirte que estés conmigo, pienso en que incluso es egoísta incluso es egoísta decir “ya te deje ir” como si hubieras sido de mi propiedad, como si hubieras llevado mi nombre y mi marca en algún lado.
¿Podrás encontrar a alguien que esté dispuesto a suicidarse por ti? No pienses mal ni mal interpretes, me refiero a que no podrás encontrar a alguien que esté dispuesto a dar la vida, por ti, alguien que te quiera más allá de la vida y la muerte, yo sé, tengo muy presente (eso me has demostrado) que el amor tiene fecha de caducidad, el amor es finito, no sé porque te quiero así, de esta manera tan intensa y tan desenfrenada, si es para dar miedo, pero lo digo en serio, estaría dispuesto a dar la vida por ti, quiere decir que efectivamente, si suicidarme estaría contribuyendo a algo para que se dé algo entre nosotros, lo haría sin lugar a dudas, lamentablemente sé que en el suicidio tampoco está la respuesta.
[…] sé que la mujer de la que me enamoré ya sólo existe en mi memoria y en mi cabeza y nada ni nadie la hará volver, ni siquiera tú (nadie cruza el mismo río dos veces)
Y si, sigo siendo un idiota por esperar aún un mensaje tuyo diciendo “hola”
Nos han enseñado que debemos de ser ambles con todos, que debemos de sonreír y ser unas damas, me han dicho que es normal que ellos nos sigan para conquistarnos, pero no, no es normal, desde muy corta edad, obligar a las y los niños menores a saludar de beso a desconocidos, a sonreírle a todo adulto que nos diga algo lindo y aceptar a cambio de un buen gesto un dulce, enseña a las y los niños que está bien que extraños te saluden y que con una sonrisa y un beso se obtiene algo.
Amigas, la violencia y el acoso durante una relación no es normal y no, no está bien, aceptar abrazos, cumplidos, salir con alguien por qué “no podemos ser descortés” es una violencia y nosotras debemos poner un alto.
Poner un alto no es fácil, es un trabajo que toma su tiempo: identificar la agresión, aceptarla, derrumbar muros y construir nuevos, en el camino nos encontraremos con retos, pero lo más increíble es que nos podemos encontrar a nosotras.
Que espera con enviar una carta, volver a sacar de armario esos monstruos que ya tenía guardados…
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