En las últimas semanas del embarazo se prepara la maleta para el momento del nacimiento, incluye ropita, biberón, pañales, cobijitas, ropa de mamá, etc. Pero si hablamos de necesidades básicas, también debería incluir un cargador de bebé, porque desde que los humanos tuvimos la necesidad de movernos con nuestros hijos en brazos han existido formas de transportarlos con seguridad, estos cargadores han sido elaborados con pieles de animales, fibras de plantas, tela, madera, materiales artesanales y sintéticos.
Para que sea óptimo, un cargador de bebé debe ser ergonómico o que se adapte al cuerpo, por ejemplo una tela que permita al bebé estar pegado al cuerpo del cuidador o madre, de manera que si toma una siesta no necesite cambiar de posición. Debe ser seguro al utilizar, no apretará ni lastimará porque el peso del bebé estará distribuido en hombros, cintura y espalda de quién lo carga.
Existe una amplia variedad de cargadores, el tradicional rebozo, el sencillo meitai inspirado en la cultura oriental, las mochilas ergonómicas para uso rudo y los fulares tejidos o elásticos que según el tipo, tienen certificación para soportar determinados kilos de peso. Aunque los canguros para bebé son de amplio uso comercial, no son recomendados porque el bebé tiene poco espacio donde ir sentado, el peso cae sobre sus genitales y su cuerpo va colgando, tampoco son ergonómicos porque el bebé viaja en posición vertical dificultando que pueda abrazar a quien lo carga.
El balanceo, el afecto, la tranquilidad y la confianza son algunos de los beneficios para un bebé que viaja en brazos, que se traducen en menos llanto y cólicos. Las manos libres de quién lo carga ofrece independencia y fuerza a la nueva familia, además que el bebé conocerá el mundo desde un sitio envidiable, los brazos de quiénes lo aman.
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