Volver a escribir. Volver a integrarme al mundo digital del que me exilié hace muchos años. Los dos más recientes eventos en mi vida gracias al distanciamiento social y el trabajo remoto. 

Vengo rumiando escribir otra vez en este espacio que siempre - ¡desde hace años! -  se ha abierto generoso, tibio y sobre todo paciente desde hace más de cuarenta días. Y siempre hubo algo que impidió poner dedos al teclado, tiempo a la obra y alma a las palabras. Ese algo que se me atora a veces en la garganta, a veces en el esternón y que siempre me deja una resaca culpígena y avasalladora. Un algo que hoy puedo nombrar y se llama el "síndrome del impostor" y del cual TENGO que platicar en otro post. 

Hoy, sin embargo, toca festejar. Y toca hacerlo precisamente aquí porque Claudia Calvin me dio un cariñoso empujón desde la orilla del precipicio hace unas horas con la reunión de Networking. 

Y desde aquí, en caída libre y sintiéndome felíz, tanto que me siento casi capaz de volar, es como quiero empezar este regreso y este principio. Quiero agradecer públicamente todas las manifestaciones de belleza colateral que me ha dado el trabajo remoto, el estar en casa 24/7, Por supuesto, no se me olvida - y duele - que puedo hacer estas declaraciones desde el privilegio de tener casa, trabajo, internet y computadora. (Otro post pendiente...)

En ningún orden particular, pero empezando por el principio, quiero agradecer el concepto de belleza colateral que encontré en un post de Instagram y desafortunadamente no tengo ya para citar. Y de aquí me arranco a agradecer por los días enteros de convivencia con mis hijos a quienes hacía mucho que - literalemente - no veía. Gracias por la belleza del nacimiento de un pájaro en la ventana, por poder contemplar con paciencia durante semanas el hambre de una oruga atacando con urgencia el hinojo de Regina para convertirse en un capullo que está por volverse mariposa, por convivir con las lagartijas que se enseñoreaban en el jardín y hoy tienen que aguantarme todos los días, por una hora más de sueño todas las mañanas, por las comidas apresuradas o pausadas pero todas en casa, por las reuniones por Zoom con amigas de la vida a las que había descuidado de una forma atroz.

Y al tener más tiempo para pensar, aprender, soñar y atreverme a imaginar surgió la belleza de una visión en la que tengo disponibles muchas más opciones, tantas como se me antojen para crecer, desarrollarme, ser productiva y mucho más plena que lo que soy hoy.  

No agoto con éste recuento mínimo - apenas rasco la superficie - las fuentes de belleza colateral que esta circunstancia de pandemia inesperada ha traído a mi vida. Inesperada belleza, inesperada felicidad, inesperados cambios.

Bienvenido lo inesperado, lo bello, lo que asusta, lo que incomoda. Bienvenida belleza colateral.

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Comentario

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Comentario de Sandra Peña Dickinson el julio 29, 2020 a las 4:26pm

Me dejas una profunda reflexión para darle vueltas toda la tarde. 

Comentario de Claudia Calvin Venero el junio 16, 2020 a las 11:29pm

Querida Gisela, 

Volverte a leer por aquí es un regalazo. ¡Hemos extrañado tu voz, tu pluma, tu mirada! 

Qué bueno que ese empujón te trajo por aquí y leemos la reflexión derivada de ese vuelo. 

Siempre bienvenidas tus palabras. 

Te dejo un abrazo grande y fuerte. 

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