Cada año en mi cumpleaños escribo un post en este blog, comparto reflexiones sobre el nuevo año de vida, los retos, las idas y venidas del nuevo año. Los 31 me trajeron una pausa creativa, un exceso de trabajo y una serie de fotos. Una semana después escribo estas líneas.

 

Lo importante de llegar a los 31 fue que nunca en 31 años había pasado ese día conmigo misma, acompañándome, abrazándome, festejándome.

Cada año, buscaba la forma de reunir amistades y familia, en ocasiones amontonaba todo para ver a todo mundo, era un caos muy bien planeado. Este año, no lo quería.

Decidí pasar el inicio de los 31 conmigo misma, si no estoy bien conmigo cómo estaré bien para mí y con las demás personas. Así he decidido vivir mi vida, conmigo misma, más allá de las amigas, de la compañía sexo afectiva, de la familia por decisión, las personas van y vienen, pero yo estaré conmigo misma siempre.

No fue sencillo, ¿cómo que vas a pasar ese día sola?

Me puse perfume, estrené un saco y me fui por un gin y pastel.

La noticia que no tenía un plan, reservado algún lugar, tema para la party, sorprendió a muchas personas, al enterarse que pasaría conmigo misma el mero día desató una serie de mensajes y llamadas para asegurarse que estaba en verdad bien, muchas personas se ofrecieron a dejar sus planes y acompañarme, me preguntaron si me sentía bien, si la estaba pasando mal.

Gracias por su preocupación, estaba bien.

¿Cómo es llegar a los 31?

Por años siempre me dijeron que tenía que estar acompañada, de una u otra forma siempre lo he buscado, pero llegué a la edad donde me exigían indistintamente que decidiera mi compañía, estoy en la edad en donde estar sola está mal.

Los 31 me recibieron con una desviación en la rótula izquierda lo que me tuvo mal-lenta-adolorida por unos días, entre el enojo y la tristeza de no poder correr como lo había planeado para este año, me recibió en terapia, un año exactamente de cambiar de psicóloga donde me he cuestionado el propósito de mi vida, cómo llegar a ese propósito, he abrazado a la yo adolescente, he llorado, me he reconciliado con mi cuerpo y muchas más cosas.

El año me recibió con nuevos planteamientos, con mensajes que nunca llegaron y que agradezco que no llegaran, empecemos a apostar por relaciones sinceras, por abrazos cálidos y deseados, por copas que chocan para brindar desde el reconocimiento, la confianza, la amistad, la complicidad, lo recibí con pastel y sí, también con festejos que se van a prolongar durante el mes.

Los últimos años han sido una reconstrucción total, en muchos aspectos, una amiga fotógrafa me decía que justo la cámara capta lo que no vemos de nosotras, y eso vi en las fotos de este año, veo a una Angie distinta.

Me siento bien, lloro, me enojo, se me apachurra el corazón, me frustro, sueño, idealizo e intento escucharme más.

Llego a los 31, respirando.

Llego conmigo misma.

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