Dedicado a todas las que este año me amaron y me dejaron amarlas
Este año fue un tsunami de emociones, amé mucho, lloré mucho pero también reí, aprendí y sané.
No les voy mentir pero ya necesitaba que este año acabara, el 2019 empezó como un cuento de hadas de esos que nos dicen que toda mujer debe seguir y creer pero así como empezó de repente todo cambio, no lo voy a negar fue horrible. No lo voy a negar, cuando un cosa mala llega todo cambia o al menos sientes que eso pasa, la ansiedad me consumía poco a poco que tenía que salir de donde estaba para caminar y dar vueltas en la Plaza para calmarme, pasaba las tardes triste, las noches llorando.
Y fueron ellas, las mujeres las que corrieron para ayudarme, las que estuvieron para abrazarme, levantarme, consolarme, darme consejos, llorar conmigo, fueron las mujeres las que siempre estuvieron a mi lado, las que dejaron todo para tomar café/ cervezas y ayudarme a sacar todo, las que detuvieron su marcha para esperarme, corrieron a mi lado, me tomaron de la mano y me ofrecieron un corazón para sanar.
Este año fue difícil, cambio muchas cosas en mi vida, emocional, laboral, familiar, espiritual, muchas personas tal vez ni lo notaron, fui una coraza dura que se desbarataba por dentro, tuve el valor para hacer un alto y pedir ayuda. Eso, pedir ayuda, dejarme acompañar y cuidar fue lo más difícil que aprendí –y sigo aprendiendo a hacer-. Aprendí a pedir ayuda, a abrirme para buscar en el closet de los monstruos aquello que estaba guardando y evitando porque conozco tan bien a mis monstruos que tenemos una gestión del espacio bien interesante.
Llevo años diciéndome –siendo feminista, de hablar de sororidad, empoderamiento –como me cae mal esa palabra- pero fue hasta este año que sentí el amor de las mujeres.
Las mujeres me salvaron, sus letras me recordaron qué es lo que quiero en la vida y cómo quiero mi vida, en sus canciones encontré un himno, en sus brazos el calor del amor sincero, del cariño y de la hermandad.
Hasta este momento pensarán que es un texto por demás romántico pero son mis últimas palabras del 2019 y lo quiero dedicar a ellas, a ellas mis brujas, hermanas y cómplices de lucha que no solo gritan y defienden los derechos de las mujeres, ellas me salvaron en el 2019.
Me salvaron de mí y de un futuro que no era para mí, me levantaron y cada día me enseñan a tejer comunidad, a crear una verdadera red y aceptar que al nacer mujer nos vamos acompañando en nuestro andar para construirnos en las mujeres –y feministas- que queremos ser.
Hace un año nunca vi venir todo esto ahora que estoy en otro momento y espacio agradezco haber pasado por todo esto que me ha situado en otra realidad, momento y que me ha recordado que mi lucha y causa que es por y para todas.
Gracias mujeres porque en el 2019 no me dejaron sola por mostrarme que otro mundo es posible, por recordarme quien soy, que quiero y que luchar vale la pena.
Me fui a las montañas del sureste de Chiapas con las mujeres a sanar, sané y encontré a mis hermanas (esos textos en el 2020 se los compartiré). Gracias
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