Inicio mi reflexión del nuevo año varios días después de la llegada del 2015. Este año no inicio con las clásicas uvas ni el brindis, fue un té no tan helado y abrir mi agenda para los siguientes 12 meses.
Cada año encuentro asombrosa la manera en que la vida nos da una nueva oportunidad, y no solo eso, nosotros mismos nos creamos esa nueva oportunidad para reiniciar, las metáforas de “escribir un nuevo capítulo de nuestras vidas”, “abrir la primera página de un libro”, entre otros que son parte de crear un comienzo.
Y como no mencionar la maleta, barrer la entrada de la casa, las monedas en el zapato, la ropa interior amarilla y roja, todo al final trata de una segunda oportunidad. Y nuevamente cada año el final y el inicio de un nuevo año esas 24 horas que nos separan de dar la vuelta al calendario son precisamente esas horas en las que debemos replantearnos todo.
Y me parece asombrosa esa división de segundos, donde todo se olvida y recibimos con una sonrisa el primer día del año tan esperado, porque creemos que este nuevo año será mejor que el que acaba de concluir, resetear nuestro equipo y “Bienvenidos al 2015”.
Esperanza es lo que esperamos.
Soy una creyente de reiniciar, de proponernos metas y plazos, pero también soy una creyente de que no debemos olvidar, nuestro pasado nos da los cimientos de nuestro futuro y el presente es lo que vamos construyendo.
Este año no pedí doce deseos, solo tengo uno, vivir!
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