No fácilmente, pero con buen ánimo, estoy escribiendo esta carta de despedida al 2020.
El recuerdo que tengo de Enero y Febrero y principio de Marzo es de festejos de cumpleaños y de Rosca de Reyes y de flores rojas y de varios colores por el día del amor y la amistad, pero ya con el anuncio del brote y contagio del virus de China. El catorce de Marzo fue la pedida de mano de otra nieta, a la cual fui invitada a participar y resultó ser el último contacto físico y directo con parte de la familia; pues el día 15 marcó el inicio de la reclusión y el encierro que aún perdura.
Qué fuerte sentimiento de angustia, de temor, de miedo me invadió ante tantos comentarios, consejos, alusiones y versiones sobre esta epidemia y sobre las precauciones a tomar y la cuarentena a guardar. Y así se empezó a romper una forma de vida totalmente conformada y establecida.
Con el correr de los días, que se fueron convirtiendo en semanas y meses, la epidemia se convirtió en pandemia y las noticias sobre defunciones y colapsos en tantos lugares y países, llegaban con la rapidez que la tecnología ha creado ó sea al instante. Y así seguía creciendo la inquietud por el día de mañana.
Al hablar de inquietud me doy cuenta que el miedo y el temor habían disminuido o casi desaparecido, pues el día a día nos estaba llevando a hacer frente de nuevas maneras a nuevos retos. Ya el pedir el súper por teléfono no era una comodidad, era una necesidad, así como una técnica nueva el recibirlo y desinfectarlo. La limpieza de la casa, la lavada de la ropa (el planchado casi ha desaparecido), la confección del menú desde la mañana a la noche, ya solo era una manera de hacerlo, con nuestras propias manos.
El COVID ha traido grandes pérdidas: vidas, empleos, empresas, negocios, nula escolaridad, finanzas. Pero también ha traído grandes aprendizajes: nos ha enseñado a ser más fuertes, más capaces, más hábiles, abiertos y dispuestos a crecer y aprender.
Estoy a unas horas de decir adiós al 2020 y estoy con él diciendo adiós a la vida que fué y no volverá y con mucha gratitud estoy llevando conmigo al nuevo año: vida, salud, manos abiertas dispuestas a compartir lo aprendido y a recibir lo no sabido.
Hasta luego 2020
Comentario
Querida Abuela,
Ya es febrero de este 2021 y acabo de leer su carta de despedida al 2020, que capacidad de adaptación tenemos y cuanto hemos aprendido.
La vi hace un par de días en un curso, justo para planificar el 2021, sin embargo, había escuchado tanto de usted que ya la conocía desde hace tiempo. Que emoción es leerla y descubrirla en este espacio.
Un abrazo!
Querida Abuelabloguera,
Feliz de leérte.
Efectivamente el 2020 fue un año de aprendizaje. De aprender a desaprender. A reinventar nuevas forma de comunicación y de convivencia. Convivencia con otros pero sobre todo, con nostoras mismas.
Estamos viviendo el final del túnel. Gracias querida Abuela por compartir tus pensamientos .
Un beso enorme desde Budapest
Guadalupe
Mis mejores deseos para ti.
Gracias Bertha por compartirnos tu carta de despedida.
Un abrazo,
MC
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