Las mujeres en lo público. Grande avances y asignaturas pendientes

Marzo es un mes de fuerte activismo y del  impulso de políticas de igualdad de género y del empoderamiento de las mujeres. Es un mes “para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de mujeres de a pie que ha jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades” ONU.

El tema de 2017 para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, es el de “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”.

Sin duda, el papel de las mujeres en la vida pública y privada ha evolucionado considerablemente hacia una mayor apertura y el reconocimiento de nuestros derechos humanos, en un importante número de países. Sin embargo aun sigue habiendo brechas significativas y un fuerte trabajo que realizar para ir logrando que las circunstancia de millones de mujeres y niñas no sigan determinando su libertad y condiciones de vida.

El mundo laboral está en constante transformación. En México, las mujeres cada vez más nos internamos al campo laboral cumpliendo además roles que hace años eran exclusivos de los hombres.

Pero todos estos avances no siempre han ido acompañados de medidas transversales con ópticas de género que permitan equilibrar la incorporación de las mujeres a las áreas de lo público, conciliada a su posición como jefas de familia, incluso, considerando los estereotipos que nos siguen posicionando como las cuidadoras de “las-los otros”.

Urge entonces que los gobiernos tomen un  papel decisivo en el empoderamiento económico de las mujeres, y en la adecuación de las instituciones para atender las transformaciones que están surgiendo con el ideal de paridad. En este sentido se buscaría alcanzar un desarrollo equitativo para  mujeres y hombres en el campo laboral y en los distintos roles sociales.

La gran  agenda pendiente en México y en cada entidad federativa, es justo crear las políticas públicas acordes a los avances que se están dando en materia de igualdad, lo cual conlleva a una reestructura de ordenes sociales, donde ahora el cuidado de “las-los otros” (hijas e hijos, abuelos, enfermos) no sea considerado exclusivo de las mujeres, y se contemple como política dentro de los servicios de seguridad social; donde los sueldos sean equitativos sin distingo de sexos, donde se reconozcan las obligaciones y derechos de hombres y mujeres dentro de las familias. En sentido estricto, donde se reconozca que somos iguales, pero diferentes.

Por ejemplo, en materia laboral de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de Inegi, en Sonora el 80% de las mujeres que trabajan cuenta con estudios de secundaria terminada o incluso educación media superior y superior. En contraste, sólo el 74% de los hombres cuenta con ese nivel educativo.

Sin embargo,  a pesar de que las mujeres cuentan con mayor nivel de estudios, esto no se refleja en que gocen de mayores ingresos, e incluso, según a la ENOE, la mayor parte de los puestos directivos o de mando en las empresas y el Gobierno son ocupados por hombres.

Así mismo, en Sonora el 34% de los hombres que trabajan ganan un ingreso superior a los 3 salarios mínimos, mientras que en el caso de las mujeres, sólo el 19% ganan un sueldo por encima de ese nivel.

Además, en la entidad existen un total de 98 mil puestos de trabajo de nivel directivo, gerencial, de supervisión o coordinación de áreas, tanto en el sector público como el privado, y de esas plazas el 62% son ocupadas por hombres, y sólo el 38% por mujeres. Es decir, los hombres acaparan los puestos de dirección en una proporción de 2 a 1 sobre las mujeres.

La desigualdad de oportunidades laborales sigue siendo una problemática que como sociedad y gobierno debemos atender, sobre todo si consideramos que actualmente 181,538 hogares tienen jefatura femenina, un 65% más que en el año 2000. Esto es, 1 de cada 4 hogares en Sonora está a cargo de una mujer, tarea que resulta aún más complicada si consideramos que las mujeres tienen menores ingresos en comparación a los varones.

En este sentido, es importante analizar el nivel de pobreza y la desigualdad en los roles. Carecer de facilidades en las viviendas por ejemplo, conlleva a las madres de familia utilizar más tiempo en el trabajo no remunerado del hogar, dejando poco tiempo para involucrarse en el mercado laboral y limitar sus posibilidades de mejorar su situación económica.

Es importante atender con celeridad y romper los dichos retraídos que dictan: “querían derechos, ahora se… amuelan”. La igualdad de género es un  derecho humano, y por derecho, las instituciones deben reconocer las diferencias que sostienen la igualdad entre hombres y mujeres.

Dulce María Esquer Vizcarra

Artículo publicado en Revista Mujer y poder. Ed. Marzo 2017 www.mujerypoder.com.mx

 

Sobre la autora: Mtra. en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas, por El Colegio de Sonora. Ex Coordinadora Estatal del Programa PAIMEF para prevenir y atender la violencia contra las mujeres. Colaboradora  y ejecutora de distintos proyectos sociales y de estudios de género. Actualmente asesora en la Comisión para la igualdad de género en el Congreso del Estado.

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